miércoles, 14 de noviembre de 2007

De Vallejo, "Tungsteno" y poetas puneños

anónimo dijo...

Frente a los últimos textos aparecidos en este Blog y en general en la producción literaria de Puno habría que recordar las palabras precisas de un escritor cuya autoridad no podrán negar: César Vallejo. A pesar del tiempo transcurrido sus palabras nunca son tan oportunas como ahora. Él decía:

“La actual generación de América no anda menos extraviada que las anteriores. La actual generación en América es tan retórica y falta de honestidad espiritual, como las anteriores generaciones de las que ella reniega. Levanto mi voz y acuso a mi generación de impotente para crear o realizar un espíritu propio, hecho de verdad, y de vida, en fin, de sana y auténtica inspiración humana. Presiento desde hoy un balance desastroso de mi generación, de aquí a unos quince o veinte años.”

“Estoy seguro de que estos muchachos de ahora no hacen sino cambiar de rótulo y nombres á las mentiras y convenciones de los hombres que las precedieron. La retórica de Chocano, por ejemplo, reaparece y continúa, acaso más hinchada y odiosa en los poetas posteriores. Así como en el romanticismo, América presta y adopta actualmente la camisa europea del llamado espíritu nuevo, movida de incurable descastamiento histórico. Hoy como ayer, los escritores de América practican una literatura prestada que les va trágicamente mal. La estética -si así puede llamarse esa grotesca pesadilla simiesca de los escritores de América- carece allá, hoy tal vez más que nunca, de fisonomía propia. Un verso de Neruda, de Borges o de Maples Arce, no se diferencia en nada de uno de Tzara, de Ribemont o de Reverdy. En Chocano, por lo menos, hubo el barato americanismo de los temas y nombres. En los de ahora, ni eso.”


Ni eso, tendríamos que repetir. ¿Qué quiere decir Walter Paz? ¿Qué mensaje transmite a la sociedad Darwin Bedoya? ¿De qué hablan los poemas y los escritos de todos los demás? Verdaderamente en un esfuerzo por entenderles sólo me doy cuenta que revelan su posición de alejarse cada vez más de un intelectual de verdad, de alejarse del compromiso ante el ser humano desgarrado por una feroz dialéctica entre sí y el mundo enajenado en el que existe sin remedio ni paliativo.

Esta hora crítica ya no sirve para las masturbaciones intelectuales. ¿Por qué éstos jóvenes no aprenden de Vallejo que logró ingresar formalmente en la historia literaria peruana? Precisamente por que Vallejo rompe con la frivolidad de los vates ebúrneos.

Pero César Vallejo fue más allá. Tal vez algo imposible de pedirles a los “jóvenes poetas puneños”. Vallejo escribió El Tungsteno que es una de las preclaras obras de la literatura revolucionaria en prosa. Su mensaje antimperialista se desliza emocionado en cada una de sus páginas amenas y rotunda por su clarividencia histórica, tornándose en precursora estela de un movimiento insurreccional en el cual los peones de Quiruvilca capturaron el poder por breves días tras, la gesta armada de los obreros y los campesinos del pueblo de Trujillo, conducidos por Búfalo Barreto, en 1932; es decir un año después de la publicación de la novela.

En ese libro, Vallejo perenniza también los días en que la lucha por la vida empujara al joven estudiante santiaguino a trabajar en las agrestes punas de Pasto Bueno y Tamboras, en la dura y peligrosa tarea del minero que perfora la roca endurecida que custodia el tungsteno. Una realidad que viven miles de compatriotas y que parecen alejados de la "realidad" de los "jóvenes escritores".

En las páginas quemantes de esa obra, El tungsteno, sólo se encuentra el trasunto de un mensaje doctrinario sobre un sólido basamento marxista en el cual Vallejo se significó claramente. No otra es la razón para que el inmortal santiaguino enfocara con tanta precisión la problemática de un fenómeno social que se desarrollara en el Perú, motivando ríos de insurgencia y rebeldía, frente a la brutal explotación imperialista.

Por otro lado, Vallejo incide abiertamente en la praxis revolucionaria del movimiento obrero y campesino, pintando con elegancia y a la vez con crudeza novelística, los fracasos de las luchas desorganizadas, aún frente a la pequeña burguesía pueblerina. No cabe duda, pues, que El Tungsteno es una gran novela proletaria cuya dimensión rompió las barreras de la literatura americana en la medida del tiempo y del espacio y ha penetrado en la conciencia de todos los que anhelan verdaderamente la revolución. Frente a esta realidad carece de importancia el sentido folklórico e indigenista que algunos críticos han pretendido endosar a su obra como basamento fundamental. Lo esencial y permanente está por encima de estos argumentos, que si bien es cierto le sirvieron dé inspiración al añorar la patria chica en los momentos de su concepción, no constituyen el fondo de la obra que deviene plenamente en la temática social.

Quizá por ello pronto abjura de su obra Trilce. Se esfuerza por superar el vacío y el nihilismo de esa obra y por incorporar elementos históricos y de la realidad concreta (peruana, europea, universal) con los que pretende manifestar una apasionada fe en la lucha de los hombres por la revolución.

Pedirles que hagan como Vallejo a los jóvenes de Puno ojala no sea pedirle peras al olmo.