martes, 27 de noviembre de 2007

Tradición narrativa puneña

Del Grupo Orkopata a la Generación de Fin de Siglo (*)

Tradición narrativa puneña

Por: Christian Reynoso


El centralismo en el Perú como una estrategia política gubernamental siempre ha reflejado sus reveses en detrimento de la periferia. Así, el aparato social y económico de la gran masa, alejada de ese gran centro, ha encontrado nuevas formas de expresión y movimiento. Sin embargo, el desequilibrio en la relación capital-provincia se ha hecho latente en los últimos años y ha obligado a repensar nuevas estrategias tanto desde la capital como desde la provincia.

Esta realidad del contexto social y político peruano no es ajena al ámbito cultural, y en ese sentido, al espacio literario. Así, la literatura peruana también se ha visto contrita en esta relación de capital-provincia. Tanto el centralismo como el provincianismo han generado diversas discusiones que en muchos casos han limitado el tema de fondo: articular un estudio cabal de la literatura peruana, analizando sus particularidades y generalidades como una suma unitaria que es, desde las diversas literaturas que la conforman y que provienen de distintos ámbitos creativos y geográficos.

Por ello, en el tema que nos ocupa, no miraremos a la producción literaria que se ha hecho en Puno como algo apartado o con la percepción que proviene de la provincia, sino como un componente de ese gran todo que es la literatura peruana y que cada día crece y se multiplica en diversidad.

En ese sentido, nuestros apuntes comprenden la producción narrativa que se ha hecho en Puno desde la década de 1930 a través del Grupo Orkopata hasta la narrativa de nuestros días a la que se ha llamado provisionalmente Generación de Fin de Siglo –o Narradores de Fin de Siglo–, no obstante que han sido muchos los libros y autores que han aparecido, más bien, en los primeros años del nuevo Siglo, como veremos más adelante.

Para este efecto, se ha convenido en el criterio de considerar solamente a autores con producciones orgánicas, vale decir, con libros publicados. Desde nuestra perspectiva, esto nos ha permitido hacer un análisis más palpable de los textos narrativos, identificando sus características formales, cronológicas y de contenido en la relación autor-obra. Así, desarrollaremos cuatro puntos que comprenden el espacio de esta producción narrativa en Puno.

1. Narrativa del Grupo Orkopata

El Grupo Orkopata destacó en el escenario nacional y latinoamericano por la corriente indigenista que fomentó y que abarcó el pensamiento crítico, la creación literaria y la propuesta política como grupo de avanzada en defensa del indio y su cosmovisión. Funcionó orgánicamente en la década de 1920. El Boletín Titikaka fue su máximo órgano de difusión, el cual fue se publicó entre 1926 y 1930. Actualmente son numerosos los estudios e interpretaciones que se han hecho acerca de la labor y producción del Grupo Orkopata como ente sólido y compacto que perfiló toda una corriente de pensamiento, la cual hasta nuestros días tiene sustento, aunque más haya brillado el nombre de su principal impulsor, Gamaliel Churata.

De sus integrantes, el más notable en la producción narrativa fue Mateo Jaika, seudónimo de Víctor Enríquez Saavedra (Puno, 1900 – Arequipa, 1977). Publicó los libros de cuentos: “Kancharani” (1925), “Cuentos Cholos” (1965) y “Relatos del Collao” (1969). Este último, una recopilación de los dos anteriores. Sus cuentos estuvieron ambientados en la vivencia del mundo rural y del campesino del ande peruano, en particular del altiplano puneño, donde la descripción del paisaje fue una de las características esenciales de sus relatos. En el 2005 se publicó la novela inédita “El Qolla” que fue escrita probablemente entre los años 40-50, y que mantiene la misma característica de sus cuentos.

En la misma línea encontramos a Emilio Romero (Puno, 1899 – Lima, 1993) quien junto a Gamaliel Churata fue miembro de Bohemia Andina, germen del Grupo Orkopata. Romero no perteneció oficialmente a este Grupo pero por su cercanía con ellos, puede considerarse su producción literaria dentro de esta etapa. Desde 1920 en que dejó Puno para estudiar en otras ciudades, empezó a publicar algunos cuentos en distintas revistas, entre ellas Variedades dirigida por Clemente Palma. Sólo en 1934 publicó el libro de cuentos “Balseros del Titicaca”, con algunas reediciones más adelante. Luego, en 1971 publicó la novela histórica “Memorias apócrifas del general José Manuel de Goyeneche”, donde relata parte de la guerra de la emancipación americana (1805-1825). Fue considerada como “una de las novelas más acabadas de la narrativa puneña del Siglo XX” (Padilla, 2005). Finalmente, Emilio Romero terminó avocándose más a la vida académica, política y diplomática publicando un sin fin de libros en estas materias.

“El pez de Oro” de Gamaliel Churata, seudónimo de Arturo Peralta (Arequipa, 1897 – Lima, 1969), es otro de los libros que podrían considerarse dentro de la narrativa puneña. Publicado originalmente en 1957 en Bolivia es posible que su redacción se haya iniciado en los años de funcionamiento del Grupo Orkopata. Ciertamente, esta obra por la complejidad de su estructura y contenido ha sido difícil de ubicarla en un género determinado, por ello que para algunos sea una novela; para otros, un compendio filosófico y para otros, un ensayo sobre la corriente indigenista de aquella época, acaso perfilada por el mismo Churata.

Finalmente, del Grupo Orkopata hay que considerar a Eustaquio Kallata, seudónimo de Román Saavedra (Puno, 1902 – Cusco, 1972), de quien en forma póstuma se publicó –al parecer en Cusco– el libro “Estepa en llamas y otros cuentos”, no obstante que no hay mayores referencias sobre esta publicación.

Algo que debería destacarse del Grupo Orkopata, a partir de sus trabajos literarios, es que también fue un ente de significación política que puso en la mesa, la presencia de una promoción altamente intelectual que no sólo pensaba en lo local para con lo nacional, sino en lo americano, como propuesta estética y política, enfrentándose al centralismo y al provincianismo. Si lo han logrado a través de sus obras, es algo que aún deberán contestar los estudiosos del tema.

En estos años del Grupo Orkopata que configuran en la literatura de Puno la “Etapa de la Iniciación” (Padilla, 2005) también pueden ubicarse a otros autores “que no tuvieron un ejercicio escritural serio y permanente, o por lo menos con cierta regularidad [ya que cuando publicaron] muchas veces fueron cuentos esporádicos, casi casuales.” (Zaga, 2007) por ello que nunca llegasen a publicar un libro orgánico. Sin embargo, en su momento, fueron reunidos en dos Antologías del Cuento Puneño. La primera hecha por José Portugal en 1955 y la segunda por Samuel Frisancho en 1978.(1).

2. Narrativa del Grupo Titikaka
Para la década del 80 se consolida el Grupo Titikaka integrado por varios narradores que dejan atrás la corriente indigenista de los Orkopata y apuestan por una visión nueva de la literatura aunque aún sin desprenderse totalmente del paisaje, el campo y el indio, pero sí con visiones distintas. Al mismo tiempo, el tema urbano empieza a instalarse muy tímidamente en este Grupo.

Así, a partir de esta década “se trabajó para superar una etapa de más de medio siglo de cuento folklórico regional; el color local y paisajista se fue abandonando progresivamente hasta alcanzar una nueva narrativa con un contexto más universal y la utilización de recursos técnicos modernos.” (Flórez-Aybar, 1999)

Luis Gallegos (Puno, 1923) es considerado como el puente entre el Grupo Orkopata y el Grupo Titikaka. Es él quien retoma la creación narrativa en la década del 70 después del auge de los Orkopatas. Pública primero en revistas y diarios y posteriormente de forma orgánica los libros de cuentos “Q´oñi K´ucho, cuentos del rincón caliente” (1983), “Las voces del viento” (1990), “Barlovento” (1992), “Las minas del Diablo” (1995) y la novela “Las plagas y el olvido” (1998). A partir del 2000 empieza a publicar libros menores que agrupan una serie de relatos extensos. Así, lo mejor de su producción narrativa se encuentra en la década de los 90. El valor de Gallegos se traduce en que “aborda los problemas económicos y políticos tanto de la ciudad como del campo, con una vena y sonrisas sarcásticas [aunque no logra] deslindar la línea que separa la ficción de la realidad.” (Padilla, 2005)

Con Gallegos empieza una etapa de consolidación en la narrativa puneña (2), la cual es reforzada con Jorge Flórez-Aybar. Nacido en Puno en 1942, publica los libros de cuentos: “La tierra de los vencidos” (1987), “Dos narradores en busca del tiempo perdido” (1990) y “Alay Arusa” (1995) (3), la novela “Más allá de las nubes” (1999) y la reedición de la mayoría de sus cuentos titulada “La danza de la lluvia” (2001). Desde entonces se ha dedicado a la investigación literaria.

Con el correr de los años, quien ha sobresalido del Grupo Titikaka hasta nuestros días es Feliciano Padilla. Considerado ahora como el cuentista más experimentado y con más trascendencia en Puno. Nacido en Lima en 1944 se nutre desde su niñez y adolescencia en la ciudad de Abancay para luego venir a Puno donde empieza a publicar los libros de cuentos: “La Estepa Calcinada” (1984), “Réquiem” (1987), “Surcando el Titikaka” (1988), “Dos narradores en busca del tiempo perdido” (1990), “La huella de sus sueños sobre los siglos” (1994), “Alay Arusa” (1995), “Polifonía de la piedra” (1998), “Calicanto” (1999), “Amarillito Amarilleando” (2002), “Pescador de Luceros” (2003) y la novela “¡Aquí están los Montesinos!” (2006).

Otro de los autores que impulsó la formación del Grupo Titikaka y considerado también como uno de los nexos entre los Orkopatas y este Grupo, al igual que Gallegos, fue Vicente Achata Vargas (Puno, 1918 – Arequipa, 2005). Sin embargo, su presencia se pierde porque no llegó a publicar ningún un libro orgánico. Sólo en el año 2005, después de su muerte, a través de la Universidad Nacional del Altiplano, se recopilaron sus textos en el libro “El anticristo y otros cuentos”.

Por último, aunque nunca perteneció oficialmente al Grupo Titikaka, puede hablarse de José Luis Ayala (Puno, 1942) quien ha desarrollado ante todo un trabajo poético. Sin embargo, incursiona en la narrativa con la novela “Wancho Lima” (1989). Libro que le da pie para escribir posteriores textos narrativos a los que él mismo cataloga como antinovelas, cronivelas o antilaveno, que en efecto, rompen el esquema tradicional de la novela para sumergirse en características más formales propias del ensayo, el periodismo y la historia, apartándose un tanto de la literatura. Entre estos libros se encuentran: “Cábala para inmigrantes” (2003), “Morir en Ilave” (2005), “El presidente Carlos Condorena Yujra” (2006) y “El libertador entre el amor y la guerra” (2007).

Todos estos integrantes del Grupo Titikaka que iniciaron su trabajo literario en los años ochenta “poseen una conciencia literaria mayor que las generaciones anteriores; por lo tanto, al filo del nuevo milenio, comienza a definirse la narrativa puneña contemporánea: con estructura compleja, personajes bien caracterizados y con la ampliación de los espacios a otras latitudes.” (Flórez-Aybar, 1999). Con estos antecedentes, se abre una nueva etapa de la narrativa en Puno, a partir de la década del 90.


3. Década de 1990 o Fin de Siglo
Después del Grupo Titikaka no volvió a conformarse en Puno un grupo de narradores con nombre o denominación alguna. Sin embargo, en la década del 90 empezaron a aparecer muchos otros libros de narrativa. La mayoría de ellos de escritores que venían trabajando desde antes pero que recién en esta década publicaron. Asimismo, algunos otros que desarrollando un trabajo en el campo de la poesía, decidieron incursionar en la narrativa.

Es el caso de Jovin Valdez, nacido en Carumas, Moquegua en 1949, quien desde su juventud incursiona en la poesía, pero que sin embargo, una vez afincado en Puno publica los libros de cuentos “Visión en la noche” (1995) y posteriormente, “El anuncio de los búhos” (2002) que es su libro más celebrado. Asimismo, aparece Zelideth Chávez, puneña nacida en la década del 40 y afincada en Lima desde los 80. Se da a conocer con los libros de cuentos “Mujeres de pies descalzos” (1996), “El día que me quieras” (1999), para luego incursionar en la novela con “¿Por qué lloras Candelaria?” (2003). Zelideth Chávez se convierte así, en una de las pocas, o acaso la única mujer puneña que desarrolla un trabajo narrativo fuera de Puno y con publicaciones orgánicas.

Posteriormente, Elard Serruto, nacido en Puno en 1962, publica “Habitaciones” (1997) un conjunto de cuentos y relatos que lindan con la crónica periodística y literaria, los cuales fueron publicados entre 1991 y 1995 en el suplemento Lagartija del diario Correo de Arequipa. Finalmente, aparece el libro de cuentos “Desde un rincón de tu alma” (1999) de Adrián Cáceres Ortega, nacido en Puno en 1967, pero radicado en el exterior desde su juventud. Este libro es el premio ganador de un concurso narrativo realizado en Sucre, Bolivia. Se destaca la prosa surrealista de sus cuentos y la verosimilitud de sus ficciones.

Así, la década del noventa en Puno está marcada por las publicaciones de estos narradores a los que se suman los libros ya mencionados de Luis Gallegos, Feliciano Padilla y Jorge Flórez-Aybar –del Grupo Titikaka– que desde los 80 siguen publicando y que en esta década consolidan su trabajo literario.

En esta narrativa puneña de los 90, se advierte que los autores perfilan una nueva percepción de los contextos y escenarios. Los cuentos dejan de situarse en Puno y en el ámbito rural, y se trasladan, más bien, a Lima, Arequipa, Moquegua u otros escenarios. Asimismo, los discursos adquieren un tomo más autobiográfico o testimonial, lo cual se nutre con el empleo cada vez mejor de los recursos narrativos, donde los monólogos, racontos, diálogos y el mismo manejo de la ficción se va afianzando. Es posible afirmar que en esta década empieza a verse el nacimiento de un auge de la narrativa puneña que ya venía cosechándose desde los años 80.


4. Narrativa de comienzos de Siglo
Son varios los libros que se publican a partir del año 2000. Algunos como proyectos anteriores que quedaron sin publicarse y otros, que responden a nuevos nombres que aparecen en el escenario narrativo, principalmente jóvenes con formación universitaria que empiezan a desarrollar un trabajo literario, continuando con nuevas propuestas narrativas y alejándose al mismo tiempo, de forma cada vez más visible, de la temática del espacio rural, el paisaje y el indio. Más bien se aborda el espacio urbano, donde la vida contemporánea de sus personajes y situaciones nutre a la ficción y viceversa.

Encontramos a Edward Huamán Frisancho (Puno 1975-2000) quien, desde mediados de los noventa empieza a destacar en concursos literarios. Lamentablemente, a los 25 años deja de existir en un accidente automovilístico. Sólo después de ello se publica su libro póstumo “El beso de la muerte” (2001). Este año aparece también el libro de cuentos “Los testimonios del manto sagrado” (2001) de Christian Reynoso (Puno, 1978) quien posteriormente, luego de seis años, publica la novela “Febrero lujuria” (2007).

Waldo Vera de familia puneña y nacido en Arequipa en 1948, incursiona en el escenario literario con el libro “Cuentos de Fin de Siglo” (2002) que agrupan un conjunto de relatos escritos en las décadas del 70-80. Luego, Fidel Mendoza (Puno, 1972) quien realiza trabajo poético desde los 90, publica la novela “Te esperaré en el cielo” (2005). Este año aparecen también libros de cuentos de autores que provienen del ámbito académico universitario, principalmente de la Universidad Nacional del Altiplano. Entre ellos, Eleonor Vizcarra con el libro “Destellos del Alba” (2005) y Javier Núñez con “Espejos de bronce” (2005). A ellos se suma Francisco Cárdenas con el libro “Siete cuentos maravillados” (2005), avocado más a la literatura infantil.

Por último, Omar Aramayo (Puno, 1947) reconocido mucho más por su trabajo poético desde los años sesenta y autor de libros esenciales en la poesía puneña, publica el libro de cuentos “El gallo de cristal” (2006). Al parecer, un libro que ya estaba escrito desde muchos años atrás (4).

Cabe decir, finalmente, que aún no se han hecho estudios respecto a esta nueva producción narrativa que se da a partir del año 2000, y que como hemos visto, en algunos casos, son textos en los que su escritura responde a años anteriores pero que en esta década recién se publican.

* * *

A modo de colofón planteamos la interrogante: ¿Ha habido un salto cualitativo en la narrativa puneña desde el Grupo Orkopata hasta la de nuestros días? Y, ¿cómo toda esta producción se ha articulado y formado parte de la narrativa peruana? Las respuestas pueden ser diversas y estar enfocadas desde distintos puntos de vista. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, creemos que, por un lado, sí pueden advertirse cambios sustanciales en todo este período, en cuanto al tratamiento del lenguaje, a la concepción estética literaria, a la temática y al discurso narrativo; y por otro, que también hay que tomar en cuenta los diferentes contextos a lo largo de la historia que seguramente han condicionado estos cambios, en tanto que también las visiones, experiencias e ideologías de los escritores descritos han sido y son diferentes.

Por último, decir que todo lo anotado responde a mi visión como escritor. Como tal, creo que si el Perú es un país plural, diverso y multicultural, entonces su literatura también se nutre de todas estas características, y así es como hay que leerla, asumirla y comprenderla. En todo caso, ya corresponderá a los críticos y estudiosos darle a estas anotaciones la rigurosidad necesaria y juzgar su utilidad en el ámbito de la literatura peruana.

Notas

(*). Trabajo expuesto en el II Congreso Internacional de Narrativa Peruana en Huanchaco, Trujillo, Perú. (Octubre 2007)
(1). También hay que destacar la investigación que desde hace una década ha venido realizando el escritor Jorge Florez-Aybar en torno a la “producción novelística de Puno” (Florez-Aybar, 1998) que tendría como punto de partida la novela “Madre mía” (1936) de Carmela Chevarría, y a partir de la cual articula la producción de novela en Puno sobre la base de tres grupos: 1) Novelas publicadas y existentes. 2) Novelas de las que existen comentarios pero que no han podido encontrarse físicamente. Y 3) Novelas que no existen físicamente ni han recibido comentarios pero que se hallan consignadas –o nombradas– en algunas antologías literarias de Puno. Consideramos que este tema amerita un estudio aparte que aborde de forma específica la producción de la novela en Puno, por lo cual, en estos apuntes no profundizamos sobre el particular. Para mayores referencias ver: “La novela puneña en el Siglo XX” de Jorge Florez-Aybar. Artes Gráficas Sagitario. La Paz Bolivia. 1998. Además, de los nuevos alcances que el mismo autor nos dará en un libro a publicarse en el 2008.
(2). Recordemos que Puno siempre ha tenido una tradición poética de gran calidad y presencia, que en cierta forma opacó a la producción narrativa.
(3). “Alay Arusa” y “Dos narradores en busca del tiempo perdido” fueron libros compartidos a dúo con el escritor Feliciano Padilla.
(4). Se sabe también de la publicación de otros textos narrativos de Aramayo de los cuales aún falta sistematizar la información.


Bibliografía citada

FLOREZ-AYBAR, JORGE
1998 La novela puneña en el Silgo XX. Artes Gráficas Sagitario, La Paz.

1999 Colofón “Calicanto en el mundo arguediano” en Calicanto de
Feliciano Padilla, Artes Gráficas Sagitario, La Paz.

2004 Literatura y violencia en los Andes. Arteidea Editores. Lima.

2006 Diez años de literatura puneña. Arteidea Editores. Lima

PADILLA, FELICIANO
2005 Antología Comentada de la Literatura Puneña. Fondo Editorial
Cultura Peruana. Lima.

ZAGA BUSTINZA, PERCY
2007 Literatura Puneña. Editorial René Impresores. Juliaca.