martes, 5 de febrero de 2008

Literatura puneña: un libro fundacional

Feliciano Padilla

Casi al concluir el año 2007, la Editorial René Impresores de Juliaca publicó un libro importante dentro de la historia del ensayo puneño, con el título de “Literatura Puneña” y el subtítulo de “Para educación secundaria”, de la autoría de Percy Zaga Bustinza.
I. ESTRUCTURA: La obra contiene estudios de literatura, ensayo, oratoria, periodismo, crítica, teatro y música; todos ellos precedidos de modo pertinente, por algunas consideraciones generales referidas al hombre, la naturaleza y el arte y, de un contexto de literatura americana y peruana, que funcionan a guisa de marco teórico general.
El estudio de la literatura comprende sus dos versiones: prehispánica e hispánica. La primera se desarrolló en las lenguas nacionales como la aymara y quechua y; la hispanista, en lengua española. La literatura en castellano arranca desde la época de la conquista con algunas crónicas donde Puno es el centro de la historia, hasta Ludovico Bertonio y su famoso “Arte de la lengua aymara” publicado en 1616. La época de la emancipación está representada por José Domingo Choquehuanca y, la república del siglo XIX, por los poetas de finales de aquella época, sustentados con fuentes periodísticas, hasta los literatos del siglo XX, cuyo primer representante más notable fue Gabino Pacheco Zegarra. Le siguen una exposición acerca del indigenismo con Gamaliel Churata y el Grupo Orqopata, por un lado y; Emilio Romero, Mateo Jayka y distintos escritores, como iniciadores de la narrativa puneña, por otro lado. En el Grupo Orqopata se considera a nuestros poetas más queridos como Alejandro Peralta, Luis de Rodrigo, Aurelio Martínez, Emilio Vásquez, Emilio Armaza, Benjamín Camacho.
El centro de este ensayo es la literatura y, por tal razón, ha merecido la mayor atención de Percy Zaga, quien, en este capítulo, aborda las poéticas de Carlos Dante Nava, Carlos Oquendo de Amat y Efraín Miranda. Luego, merecen un estudio panorámico: Vicente Benavente Ccalla, Óscar Cano Torres, Mercedes Bueno, Roberto Mendoza, Luis Zambrano Rojas, José Parada Manrique, José Paniagua Núñez, José Díaz Bedregal y Roberto Bustinza Mamani. El ensayo literario continúa con un estudio de la Promoción Intelectual Carlos Oquendo de Amat (Omar Aramayo, Gerardo García Rosales, José Luis Ayala, Serapio Salinas, Gloria Mendoza y Percy Zaga. Finaliza el trabajo con glosas sobre los últimos literatos puneños: José Alberto Velarde, Lolo Palza Valdivia, René Apaza Challada, Simón Rodríguez Cruz, Fidel Nina Mendoza, Gabriel Apaza Mamani, Darwin Bedoya, Rodolfo Chávez Luque, Luis Pacho Poma, Wálter Paz Wuispe, Hedí Sayritúpac Flores, León Quispe Huranca, Luis Rodríguez Castillo, Boris Espezúa Salmón, Alfredo Herrera, Víctor Villegas Arias, Rudy Frisancho, José Luis Velásquez, Wálter Zea Mamani, Bladimiro Centeno Herrera, Elard Serrato Dancuart, Édward Huamán Frisancho, Adrián Cáceres Ortega, Christian Reynoso y Camilo Sánchez Ayscorbe. La narrativa actual, por su parte, incluye semblanzas de Luis Gallegos, Jovin Valdez, José Luis Ayala, Omar Aramayo, Jorge Flórez-Áybar, Zelideth Chávez y Feliciano Padilla
El estudio del ensayo puneño abarca diferentes tendencias y especies, tales como el ensayo pedagógico con José Antonio Encinas; el ensayo jurídico, con Juan José Calle, Santiago Giraldo y José Frisancho; el ensayo social con Mariano H. Cornejo y Augusto Ramos Zambrano; el ensayo técnico, con Enrique Encinas Franco, David Frisancho Pineda y Manuel Núñez Butrón, principalmente; en la oratoria, Mariano H. Cornejo; en el periodismo panfletario, Federico More; en la crítica literaria: Juan Luis Cáceres Monroy, Omar Aramayo, Federico More y Jorge Flórez Áybar.
En el acápite dedicado al teatro puneño se habla de Inocencio Mamani, Emilio Romero, Alberto Paniagua y Hugo Bonet, con algunas alusiones al Grupo Los Chasquis. Por su parte, en música relacionada a la literatura, aparecen el Pupa Dávila, Cástor Vera Solano, Faustino Rodríguez, Zacarías Puntaca, Abel Arce Gordillo, Víctor Cuentas Ampuero, Gaspar Aguirre Flores, Rosendo Huirse, entre los principales.
II. COMENTARIO: No cabe duda que esta obra es un libro fundacional en su género, por cuanto, es el primer gran esfuerzo por estudiar, desde una perspectiva holística, todas las expresiones de nuestra literatura, sostenido por fuentes escritas debidamente registradas, un estilo apasionado que, a veces, origina apreciaciones sarcásticas y una voluntad de registrar todo aquello que pueda servir para llenar de puneñidad el espíritu de las futuras generaciones.
Lógicamente que el proyecto da para más, pero, el propósito de Percy Zaga ha sido presentarnos en pocas páginas un tratamiento condensado del quehacer literario puneño. El subtítulo “Para Educación Secundaria” delimita los alcances de su historia literaria y justifica, de cierta manera, la brevedad de sus comentarios. Debe reconocerse que no es una antología, que de por sí, involucra el significado de selección o florilegio de lo mejor, de acuerdo a los criterios utilizados por el antólogo. El libro de Zaga es una breve historia de la literatura puneña. Quizá con el tiempo y en una futura reedición, precise más los conceptos, amplíe el análisis del proceso y adecue una metodología para recolectar y analizar la información, tomando como base la escuela o movimiento literario, o una perspectiva generacional, cronológica, periodológica o estilística. No obstante ello, siempre será problemático, cuando no, controvertido, integrar esas dos formas particulares de la cultura, como son la historia y la literatura.
En el siglo pasado se han hecho investigaciones notables para articular la ciencia de la historia con una disciplina cuyo eje es la creación. Durante mucho tiempo la tríada conceptual constituida por la crítica literaria, teoría literaria e historia literaria, generó vaguedades y ocupó el centro de interés de las investigaciones literarias, hasta lograr un deslinde acerca de su naturaleza y objeto de estudio. Pero, aún quedan en pie muchos aspectos sin resolver, como aquella que se refiere a considerar la historia de la literatura tal si fuera una historia particular, sin definir exactamente de cuáles y de qué naturaleza han de ser sus relaciones con y dentro de la historia propiamente dicha. En algún momento René Wellek, plateaba su conocida dicotomía: es historia o es literatura, so pena de que no sea más que una mera crónica literaria o mero acarreo de materiales ordenados cronológicamente, según la praxis habitual del historicismo positivista, que ha dejado de ser usado como modelo de trabajo historiográfico.
La historia de la literatura y sus categorías tenían para Todorov la consideración de hechos empíricos previos a la teoría, o sea de representaciones creativas que debían, a posteriori, contraponerse a la artificiosidad de las nociones teóricas. Actualmente, esto dista mucho de ser así. En la época contemporánea, la aparición de Bajtin y su concepto de estudio diacrónico, ha sido crucial para el desarrollo de la historia de la literatura, en cuanto, logró concatenar teoría y hecho literario. Existen varios paradigmas de historiografía literaria que toman como elemento de estudio unidades extensas como períodos, corrientes, movimientos y escuelas. En su momento, Ortega y Gasset utilizó una perspectiva generacional, sin embargo, aún no es posible anular ambigüedades entre estos conceptos y categorías, y más todavía, con la noción de período, cuyo uso se ha relativizado en los últimos estudios historiográficos de literatura.
En Puno tenemos varios ensayistas y antólogos de literatura. Los escritores Juan Luis Cáceres, Omar Aramayo, José Luis Ayala y Jorge Flórez-Áybar son representantes de estas especies literarias. La publicación de este libro de Percy Zaga Bustinza, con una extensión de sólo 160 páginas, nos presenta, por primera vez, a un intelectual que hace historia de la literatura puneña, como resultado de un esfuerzo considerable y prolongado. Y ése es uno de sus méritos. Por eso, el libro marca un hito. Los especialistas podrán criticar el uso del método, su aparente desorden, la brevedad del tratamiento; pero son valiosos el estudio de los hechos literarios enmarcados en procesos socioeconómicos del Altiplano, que es como debe tratarse la literatura. El humor, la ironía que, a veces, utiliza para comentar, no rebaja la calidad del libro, porque se corresponde exactamente con el estilo del escritor, con su reconocida personalidad, que no va a cambiar sólo por complacer a sus amigos escritores. Por el contrario, saludamos esa actitud que lo diferencia de los comentaristas puneños de literatura.
Qué duda cabe, el libro de Percy Zaga es un aporte a la cultura puneña, una obra de lectura obligatoria para profesores de comunicación, un trabajo de consulta para estudiantes de secundaria y superior y, un breve tratado que coadyuvará en el fortalecimiento de nuestra identidad como Región. El autor no es historiador de profesión; por tal razón, es comprensible cualquier falencia de carácter metodológico, o la engañosa desorganización de su estructura, o el enfoque de sus análisis que más bien tiene que ver con su aparato ideológico; pero, nadie podrá discutir su honestidad, su vocación de servicio y su valentía de arriesgar el pellejo por lo que cree. Eso es lo que vale en los hombres. Se rumorea por ahí que pronto aparecerán otros libros de historia de la literatura puneña por parte de René Calsín y José Luis Velásquez, quienes sí tienen preparación académica en el área. Esperaremos con ansias esos trabajos.
Finalmente, si algo tengo que observar en esta obra es la duda que Percy tiene acerca de mi puneñidad. En efecto, no tuve la suerte de nacer en Puno, tampoco, en Apurímac; pero nadie escoge el lugar donde va a nacer. Soy puneño porque aquí están, en el cementerio de Laykakota, los huesos de mi hijo Pável Mijaíl que murió cuando cursaba el quinto año de secundaria; aquí están mi familia, mis amigos, mi trabajo, mi casa; aquí asimilé la concepción del mundo de la nación quechua-aymara; aquí me hice escritor y; aquí seré enterrado cuando me vaya de este mundo.
Felicitaciones a Percy Zaga por esta obra inaugural y trascendente. Dará mucho que hablar a favor y en contra; lo cual, está bien, porque eso es lo que se espera que suceda cuando se escribe un libro.