jueves, 31 de julio de 2008

Acerca de: “El carácter libérrimo de forjar antologías”


Feliciano Padilla

Wálter Bedregal, con fecha 13 de julio, publicó en “Los Andes” un artículo intitulado “El carácter libérrimo de forjar antologías”, con el que menosprecia a los escritores puneños por el “delito” de haber escrito algunos sueltos sobre su libro “Aquí no falta nadie”. En los siguientes párrafos trataremos de analizar algunos de los rasgos de dicho texto.

Es cierto que existen varias competencias comunicativas: la competencia discursiva que consiste en elegir el tipo de texto adecuado a una situación o circunstancia; la competencia textual, que es la capacidad de construir un texto bien organizado sin afectar la cohesión y coherencia; la competencia pragmática, que permite prever el efecto que se va a lograr con los enunciados; la competencia enciclopédica, que se deriva del conocimiento de la ciencia y la cultura en general y; la competencia lingüística, que consiste en la capacidad de construir enunciados sintáctica y léxicamente adecuados.

Cualquier emisor puede comunicarse con su interlocutor o interlocutores sin privilegiar la competencia lingüística. Es suficiente que en el acto del habla se cumpla la función comunicativa, por ejemplo, la de una persona que informa, argumenta, instruye, etcétera; pero, un escritor que menosprecia a sus colegas porque son “provincianos”, o alguien que funge de escritor cosmopolita debe ser más cuidadoso, máxime si acaba de publicar una antología de la dimensión que supone. ¡No!, no puede escribir tan mal y denostando a diestra y siniestra, como si nosotros tuviéramos la culpa de sus falencias formales y teóricas.

Pensé que podía encontrar en el artículo “El carácter libérrimo de forjar antologías” algunas ideas claves para un debate. Pero, en su lugar, me di de narices contra una retahíla de insultos y diatribas. Yo, con la consideración que me merece Wálter Bedregal, le envié una carta muy respetuosa, sin utilizar ninguna palabra ofensiva, en la que le informo que no asistiría a la presentación de su “antología” por estar en desacuerdo con su peculiar aplicación de la teoría fractal y con “la selección” que hace de la poesía puneña y, punto. Me reafirmo en estas aserciones que se fundamentan en mis lecturas de: “El manifiesto del fractalismo”, “El manifiesto fractal”, “Qué es la literatura fractal”, “Rizomas, fractales y constelaciones” que Juan Zavallos Aguilar escribió en “Sieteculebras” No 23 (que parece ser la base de su teorización), etcétera. La carta de marras es apenas una insinuación del extenso texto que escribí a propósito de su “prólogo” y que, francamente, no sé si deba publicarlo más adelante.

El insulto es propio de quienes no tienen argumentos. Creo que Puno se merece más respeto. Respetando a la colectividad se respeta uno mismo. Lo contrario es caer muy bajo y no es propio de un escritor. Bueno, vayamos al grano: Partamos por analizar el título: “El carácter libérrimo de forjar antologías”. Forjar significa dar forma a los metales utilizando fuego y martillo. La antología no se forja, ni se inventa, ni se fabrica; se elabora, se redacta, se prepara, se hace. La oralidad tiene otro código donde los vocablos adquieren el significado que les otorga el contexto. La palabra Wálter concerniente al nombre del autor no está tildada; olvida que desde hace treinta años todos los nombres extranjeros que usamos se castellanizan y al castellanizarse se someten a las reglas del español sin excepción, aunque en la partida de nacimiento estén escritas de otra manera. Y Wálter es una palabra grave que debe tildarse porque no termina en vocal, ni en “n”, ni en “s”. Lo primero que debe saber un escritor es escribir bien su nombre.

En la segunda línea del texto aparece el vocablo Antología, así con mayúscula; hay que recordar que es un nombre común y debe escribirse con minúscula, salvo que sea parte del título “Antología aquí no falta nadie”, y no es así. El título del libro es “Aquí no falta nadie”. En la línea decimoprimera (undécima) se advierte la palabra “conversa”. Conversa puede ser una forma familiar o coloquial de “conversación”, sin embargo, es de mal gusto usarla en un artículo académico o serio como el que pretende. En otro renglón se lee “desatinos de desaventuranza”; habrá querido decir desventura o desaventura que significa desgracia causante de aflicción, pero, no “desaventuranza”. Bueno, hay que felicitar la capacidad creadora de algunos de nuestros escritores, sólo que cuando creamos dislates descuidamos la coherencia del discurso. ¿Qué es eso de “desatinos de desaventuranza”? Le falta claridad.

Algo peor, ¿puede haber desatinos de desaventuranza habitados de mala fe, tontería, puerilidad, etcétera? En esta desventurada construcción no hay coherencia y no se comprende la frase. La mala fe, la tontería, no habitan porque no son seres vivos, ni humanos. Y no digo nada de las marcas de pausa y algunas construcciones artificiosas que pueden ser consecuencias de un estilo particular del escritor.

Estos “pequeños” errores fueron hallados en el primer párrafo, al final del cual está escrito entre paréntesis (“viendo la escasez de comprensión en algunos lectores”)… La preposición más adecuada en este caso era “de” en lugar de “en”, a pesar de la aparente redundancia, para que se lea: “viendo la escasez de comprensión de algunos lectores”. Muchas veces es mejor repetir una palabra si es necesaria como elemento cohesivo y dar claridad a nuestros escritos. La frase “escasez de comprensión” nos conduce a la frase contraria: “abundancia de comprensión”. ¿Cómo? ¿Existe abundancia de comprensión? Habría sido aceptable que nos diga: “escasa comprensión”. Descubrí treinta y cuatro errores en todo el texto. Estoy poniendo sobre el tapete sólo los más notorios del primer párrafo.

Como se verá no tuve necesidad de insultar como él lo hace conmigo y con todos los escritores puneños. Asimismo, es oportuno destacar algunos deslices en el plano de las ideas: Se advierte en el texto un tufillo despectivo contra los escritores provincianos, desacreditados, sin demostración alguna, de no conocer más allá de sus narices. Sería bueno que él, también, se incluya dentro de los provincianos porque lo es, (nació en Tacna), salvo que esté utilizando la nefasta dicotomía costeño / serrano. Esta actitud ofensiva no queda ahí. Cuando en una construcción defectuosa manifiesta: “Tal vez nuestros intelectuales no hayan ido a Europa a estudiar, sino a ser estudiados”, se refiere a un puneño con apellido quechua que estudió un doctorado en Barcelona. En este caso, su menosprecio está saturado de racismo barato. Y eso es algo sobre el cual tendrá que meditar mucho Wálter Bedregal. Desgraciadamente para él, la mayoría de los escritores puneños o serranos llevamos, con orgullo, un apellido quechua o aimara.

No se crea que soy enemigo del autor cuyo artículo estamos analizando. De ningún modo. Felicito muy sinceramente a Wálter Bedregal por haber publicado esta obra importante. Publicar en el Perú es una odisea y eso nos merece, desde ya, brindarle nuestra congratulación; sin embargo, este homenaje a su persona no me obliga a renunciar a mis puntos de vista acerca de su “antología”. Un comentario, cualquiera fuera su sentido, no puede llevarnos a usar insultos ni a rebajar la calidad de la conversación. Si se escribe un ensayo es para el debate. Debemos acostumbrarnos a responder la crítica adversa con altura. Si las diez líneas de mi carta han causado tanto malestar en el autor, no puedo imaginar qué pasaría si publicara el artículo que escribí sobre su prólogo.

OTROSÍ: No digo que yo escriba bien, de ninguna manera; sin embargo, como todos los puneños productores de textos, intento hacerlo, aunque sé que lo hago con limitaciones. Finalmente, hay que subrayar que estas reflexiones lingüísticas son una exigencia para la escritura seria; pero, como ya dije anteriormente, en otras circunstancias (conversaciones familiares, amicales, callejeras y la de los Chat, blogs, etcétera) el lenguaje, por lo general, infringe la norma y “no pasa nada”. Es suficiente que comunique algo.

viernes, 25 de julio de 2008

domingo, 20 de julio de 2008

Manifiesto fractal


Vivimos el desolado tiempo de la prosificación de la poesía.

La prosificación de la poesía –que cobra un fuerte impulso con la ‹antipoesía› de la década del sesenta del pasado siglo– es un fenómeno translingüístico, no disociado de la decadencia generalizada de la palabra en todos los órdenes de la vida social contemporánea: desde los problemas ortográficos y de lectocomprensión en la escuela primaria –paradójicamente, en una época tan abundante de pedagogos– por ejemplo la indigencia expresiva y el imperio del anacoluto en la producción escrita de mi amigo Walter Paz e innumerables académicos y ‹profesionales de la lengua›.
El desvalimiento de la palabra está sospechosamente acompañado de la hipnótica profusión de la imagen gráfica, del ícono, profusión de la que el ‹muñequerío› que puebla la www no es más que un ejemplo. No se necesita mucha agudeza para adivinar los fines de esta estrategia del poder: si se nos despoja de la palabra, se nos despoja a la vez de la capacidad de articular el pensamiento…

El hecho es que este estado de cosas ha llevado a la poesía hasta un límite sin precedentes: precisamente, el de la carencia de cualquier tipo de límite dentro del cual reconocer su identidad. No existe en este momento un arte más absolutamente falto de identidad que la poesía. Literalmente, cualquier cosa puede serlo; y naturalmente, no llegamos con esto ni siquiera a los deslavazados asertos del tipo «la poesía debe ser hecha por todos», o los alusivos a su supuesto deseo de revelación neumática, sino a una ley de la inexorable dialéctica: lo que puede ser cualquier cosa, no es nada. Hoy, quien tan sólo en la situación adecuada –sea una presentación literaria o un festival de ‹poesía›– lea un trozo tomado al azar de un pasquín de provincia, tiene las más altas probabilidades de ser aplaudido como poeta. Ni qué decir si modula lo leído martilleando sílabas torpemente repetidas con cierto dejo melancólico-arrabalero en boga, vr. gr. Garambel, incluso entre numerosas representantes femeninas del gremio.
Hemos oído hace unos años a un colega colombiano, invitado a un evento poético, formular este fenómeno de la prosificación con una precisión insuperable: interrogado por el moderador sobre cómo procedía él para escribir sus poemas, respondió muy ingenuamente: «Muy sencillo: primero, escribo todo seguido, y después, lo parto…». Lo más preocupante no fue en verdad oír tamaño disparate, sino comprobar que la totalidad del público asistente (en el que abundaban conspicuos representantes de la poesía peruana) recibió la confesión como si el hombre hubiera dicho: «En Colombia llueve…» Tal es el grado de sordera reinante.

Ha llegado el momento de repensar la esencia rítmico-musical del verso.

«…el ritmo del verso es considerado sobre el mismo principio que el de la música o el canto. En todo verso se reconoce la presencia de un período rítmico equivalente al compás musical.» [1]

No estamos diciendo que el verso ‹libre› –término que por supuesto no es antagónico de rítmico– como canon literario preponderante, relativamente joven en la historia de la humanidad, no pueda ser poesía; sí estamos diciendo que, frente a esa juventud, es saludable recordar que el verso métrico, aliterante y ‹musical›, unido al canto, al teatro, a la danza, a los rituales y las fórmulas encantatorias, se pierde en la noche de los tiempos… La relación congenial de música y poesía puede verse en ese momento tan particular de confluencia que es el MOTIVO del arte (Schubert, Schumann, Brahms, H. Wolf, etc.) con singular claridad. La degradación generalizada de la palabra poética, por el contrario, hace estragos en el actual cancionero popular (y no precisamente en el folklórico…).

Allanando sin piedad la poesía con argumentos de falsa contemporaneidad, el siglo XX ‹poetizó› un importante caudal de su prosa literaria más representativa. Recuperemos ahora la magia, la función conjural de la palabra: repoeticemos nosotros la poesía. Genial propuesta subliminal de mi amigo -y creo, maestro, Gabriel Apaza-.

En la disolución de la poesía como arte, otros dos hechos han desempeñado un papel fundamental: la abstrusa idea de que –a diferencia de la pintura o la música, por ejemplo– el arte poético no estaría constituido por un corpus de técnicas transmisibles y condicionantes, absolutamente necesarias para la creación, y el consecuente destierro de la poética al reino del olvido. El dominio técnico, que resulta obvio para el músico más espontaneísta, aunque no pueda siquiera leer una partitura, parece a la mayoría de los modernos ‹poetas› un imperativo demencial, o, al menos, el producto de una mente anacrónica e inclinada a cegar la inagotable Castalia de su inspiración.

El resurgimiento de la poesía es impensable sin la reformulación de una poética.

«La disposición de la palabra para la comunidad era aún enseñada y aprendida en el siglo XVII, puesto que el orden de la palabra era parte del orden del mundo. De allí surgió la importancia de la preceptiva, de la poética. Y así como la intimidad de la fe en nada era afectada por el aprendizaje del catecismo, en nada lo era tampoco la fuerza de la poesía por el aprendizaje de la poética. Percibir contradicciones en esto es propio de la modernidad desde el Sturm und Drang y el romanticismo.» [2]

Para nosotros, que más acá de la modernidad padecemos eso que se ha dado en llamar «postmodernidad», el resurgimiento sólo puede adoptar la forma de un neoconstructivismo (Walter Paz dixit). Pues así como el hipertexto [3], lejos de ser sinónimo de caos –como quiere más de un profeta postmoderno (JLVG)–, sólo representa un orden distinto y superador, así también el nuevo arte ha de construir ordenando, y para eso debe aviarse de las mejores tradiciones del pasado. Esas tradiciones no se agotan en los grandes -ismos de los siglos XIX y XX: la coherencia arquitectónica de la cosmovisión barroca, por ejemplo –por paradójica que esta afirmación pueda resultar–, tenga quizás más que ofrecer a nuestra mirada que la de cualquier otro período histórico.

En «Aquí no falta nadie» proponemos un trabajo con el ordenador, si no la más importante, seguramente la más versátil de las herramientas jamás poseída por el hombre. No somos cultores ciegos de «la máquina»…, pero negamos la falsa oposición hombre / máquina y despreciamos la ciencia-ficción que pregona la novela ominosa de su supuesto antagonismo. Dudamos del sentido en que se afirma que las máquinas dominarían el sentido: cuesta imaginar algo más opuesto al binarismo que el lenguaje humano (ni qué decir, si del poético se trata), pero fundamos el trabajo allí donde la herramienta se revela como más maravillosa: en el escrutinio, los paradigmas, las permutaciones, la celeridad y la memoria.

En «Aquí no falta nadie» proponemos una poesía generativa, interactiva –permitiendo al lector-autor no especializado, no sólo comprender las formas, sino aun participar en la creación– y esencialmente plural, ya que cada unidad del poemario es varios poemas a la vez.

Con la seguridad que nos confiere esta delgada prenda de la hija de Minos –verdadero espíritu de la época–, entramos así en el laberinto, y no sólo endecasílabo…

Walter Bedregal Paz.

Si Ud. desea manifestar su adhesión a este manifiesto o formular algún comentario sobre él, rogamos hacerlo aclarando si nos autoriza a publicar su opinión. Gracias.


[1] T. Navarro Tomás, Métrica española, Reseña histórica y descriptiva, Guadarrama-Labor, Madrid-Barcelona, 1974.

[2] Erich Trunz, Weltbild und Dichtung im deutschen Barock (Imagen del mundo y poesía en el barroco alemán), Verlag C. H. Beck, München, 1992.

[3] definido sobriamente en la informática como «tratamiento no secuencial de la información».

sábado, 19 de julio de 2008

Esto es libro señores. El resto...



VELÁSQUEZ G., José L.
150 AÑOS DE UNIVERSIDAD EN PUNO. Estudio y compilación histórica sobre la Universad Nacional del AltiplanoPuno, Perú: Oficina Universitaria de Proyección Social, 2006. 421p [20,5x14,5 cm]

Se estructura en tres capítulos: en el I, hace una revisión de la historia local (desarrollo autónomo, colonia y república); en el II, toca temas referidos a la universidad de 1856, donde se consideran documentos encontrados en los diversos archivos del sur del país, además de presentar una visión sistemática del desarrollo de una gesta por la creación de la Universidad de Puno; finalmente en el capítulo III, presenta una compilación de artículos que corresponden al momento histórico en que la sociedad puneña inicia la lucha por la reapertura de su universidad.

Aquí NO FALTA NADIE y punto.



3827 Metros de Poemas: Aquí no falta nadie, antología de poesía puneña
Por Miguel Ildefonso

Poniendo el relato en boca de su anciano tío, Cusi Hallpa, el Inca Garcilaso de la Vega, cuenta el origen de la civilización incaica: “Nuestro padre el Sol, viendo a los hombres en el estado en que estaban, se apiadó y tuvo lástima de ellos y envió del cielo a la tierra un hijo Manco Cápac y una hija Mama Ocllo para civilizar a los pobladores. Con esta orden y mandato puso nuestro padre el sol estos hijos suyos en el lago Titicaca que está a 80 leguas de aquí (...) Ellos salieron del Titicaca y caminaron al septentrión.”
A orillas de la cuna de los fundadores del Tawantinsuyo, a 3827 metros sobre el nivel del mar, en el sur andino peruano, se encuentra la ciudad de Puno, tierra y lago de poesía, como sabemos: del movimiento Orkopata, con El Pez de oro de Gamaliel Churata, y de 5 metros de poemas de Carlos Oquendo de Amat, por citar a los más famosos.Y es desde allí que, en este mes de las letras, acaba de aparecer una esperada y excelente antología de poesía puneña, Aquí no falta nadie, del narrador y crítico literario Walter Bedregal. “Este libro es una antología que sigue una orientación fractal para presentar a la poesía que se ha desarrollado en Puno. Un siglo de poesía escrita en Puno. Las constelaciones semánticas y un filón de rizomas, propuestos como una nueva tendencia de lecturas poéticas, sustentan este conjunto de versos y la secuencia de las voces aquí reunidas. Estas voces se remontan a una pléyade que podría tener otros antecedentes en un periodo más anterior todavía, si mencionamos por ejemplo a Gabino Pacheco Zegarra, Lisandro Luna La Rosa, Aurelio Martínez Escobar, Alberto Cuentas Zavala, Emilio Vásquez y un poco más dentro de las movidas ulteriores se podría mencionar a poetas como el recordado José Parada Manrique, Vicente Benavente Calla, Jesús Cáceres Velásquez, José Tapia Aza Y José Luis Ayala Olazábal, entre otros de valía para un estudio historiográfico de la poesía puneña, pero que por ahora se disgregan en el corpus de esta antología.” Señala Bedregal en su prólogo acerca de esta inagotable fuente poética del altiplano.Los poetas antologados son 21: Alejandro Peralta, Carlos Oquendo de Amat, Efraín Miranda, Omar Aramayo, Percy Zaga, Gloria Mendoza Borda, Vladimir Herrera, José Velarde, Boris Espezúa, Lolo Palza, Alfredo Herrera Flores, Simón Rodríguez, Fidel Mendoza, Gabriel Apaza, Walter Paz, Erdi Flores, Hedí Oliver Sayritupa, Darwin Bedoya, Luis Pacho, Rubén Soto y Filonilo Catalina.
Aquí una muestra de algunos poetas de las últimas hornadas.

Darwin Bedoya

Las Horas Eternas en la Banca del Parque



el jorobado en el parque solitario soñador
apuntalado entre los árboles y el agua
desde que el candado del jardín se abre.
Dylan Thomas


una iluminación
y varias canciones se pierden en su memoria
de habitaciones inconclusas con charcos de agua
en donde se refleja su propia imagen:
busca en la esquina de la plaza un quiosco
y allí compra el periódico del día

se sienta en una banca del parque
mientras lee y espera
la llegada de una sombra de abril
que nunca se confunde con la gente que viene y va
porque nunca supo llegar

y termina de leer de palmo a palmo su periódico
termina el crucigrama
y no termina las horas eternas en la banca del parque
y llega nadie
sólo una colección de imágenes borrosas
le hablan para que siga ahí
y no apague sus ojos
ni seque los charcos de agua
donde todavía se le puede ver
sin canciones
en una banca del parque


Luis Pacho

Invocación al Ausente


No tenía caso quedarse.

Los cerros eran barrotes alejando los sueños.
Las heladas entumeciendo las manos
en la madrugada.
Los cielos con escasas aves
y las calles anegándose de miedo.


En la puerta del bus
le dije que el mar ahuyentaría su piel de granizo
y que las lluvias no tardarían en descubrir
sus ojos de animal rupestre.

¿Pero el mar tenía corazón?

¿Barcos con noticias familiares?

Un día al final del invierno
escribió que el clima y la presión le sentaban bien
y que las estrellas no caían a pesar
del grito de los niños
o las explosiones en la noche.
Y sin embargo su destino
no era varar la soledad en un puerto lejano
ni conversar a la intemperie
con algunos pelícanos y guanayes
a quienes no entendía nada.

A pesar de eso,
nosotros sabíamos que en cualquier momento
asomaría por el camino de la quebrada
con una mujer blanca
y unos niños parecidos a las nubes.

Filonilo Catalina

Poema Celeste


Celeste es una mujer que adorna
como un arte que bambolea sus 18 quilates – las feas calles de Lima

Celeste tiene:
desnudos los zapatos
y una mirada irreconciliable
a Celeste se le podría vender como estampita de Santa
en la puerta de cualquier iglesia
pero ella cobra 15 soles en una avenida
y da con su rostro estampado en el frío

Celeste gira y da con la vida
(15 soles y la misma avenida)
Celeste se va se viene
y se detiene para poder pasar

Celeste repite los días
y las calles repiten a Celeste todos los días

Celeste se mete
la noche al bolsillo trasero y
ensaya una sonrisa capaz de alojar esa Av. que transita su vida

Celeste aprendió desde muy niña
el arte de atravesarle
alfileres a los sueños mientras se está dormido
y dejarlos – a los sueños –
quietecitos sin que puedan mover sus alas
es de noche
y Celeste abre las piernas
con la misma destreza con que una lechuza extiende sus alas.

EL DESCUBRIMIENTO DEL MISÓGAMO


Por: Walter Bedregal Paz

Los sueños que conoce, sin miedos de profundidades que desconoce, se hacen más reales que los deseos, sin contradicciones. El sabe que es vigilado por sus criaturas diabólicamente angelicales. Con su legado de poeta bohemio, ancestral de la impureza, del deseo, del éxtasis, del silencio, nunca sumiso, José Luis Velásquez Garambel, emprende un viaje que lo llevará de seguro a ser el reflejo de su yo interior, libertad buscada que lo abandonará en los últimos trazos de lo escrito (por el hombre a imagen y semejanza de Dios).
Mientras como poeta mimado de Puno dicta las costumbres para evadir su propia soledad, se protege de los amores prohibidos que en espacios femeninos siempre se reducirán. Su espíritu exaltado por nuevas sensaciones y experiencias, se pliega a la orilla de un lago azul -el de sus elucubraciones-. HE DICHO!

viernes, 18 de julio de 2008

Gracias Arequipa ...


Escribe: Walter L. Bedregal Paz

Primeramente tengo que dar las gracias a los amigos que hicieron posible mi presencia en la ciudad blanca de Arequipa, tierra que viera nacer a mis queridos padres. Agradecer a Filonilo Catalina (el poeta) porque Luis Rodríguez (sencillamente lleva su cuerpo), por el despliegue en la organización e invitación de los comentaristas del libro Aquí no falta nadie, la antología. Un agradecimiento especial a José Gabriel Valdivia (UNSA) y a José Luis Ramos Salinas (UNSA) por sus comentarios, los cuales espero colgarlos pronto en este blog.
Porque ya sabemos que nadie sabe para quién trabaja. Como tampoco, por supuesto, - ahora - para quién uno escribe. Lejos de las paredes que resguardaron la presentación del libro en la Alianza Francesa de Arequipa, el 11 de julio del presente, sentí la presencia de amigos que a uno lo hacen cada vez más deudor de amistad, a todos ellos les doy las gracias por acompañarme en esta travesia.
A la mañana siguiente caminamos con el poeta Eddy Oliver Sayritupa por las calles del barrio de Yanahuara, en esa Arequipa fría de medio año, perseguidos por unos cuantos aforismos que hacía un par de meses interpreté del libro Choza cuando terminaba una selección de poemas para la antología; esa mañana fuimos en busca de su autor, el poeta Efraín Miranda, era en efecto un hombre-poeta, igual como lo descifraba su libro, nacido en las mejores entrañas del ande peruano, sólo que su libro flaco, aunque también muy gordo, contenía kilos de sabiduría larga y entrañable, destilada a partir de un ingenio arrollador. Aquel libro lo encontré en el lugar que siempre esperé encontrarlo en casa de un gran amigo: Henry Esteva y desde ese momento me aquejó la tentación de antologar parte del libro entre aquellas sus perlas indispensables. La promesa esta ahí: Efraín Miranda poeta, se la entregaré a los amigos del diario Los Andes de Puno, el medio escrito decano de la prensa altiplánica ( no me gusta ya la frase puneña), en cuyas páginas disfruto de cálido asilo.
Estoy tras el artículo ahora, de regreso de la ciudad imperial, luego de terminar un artículo para la revista La rama torcida, donde me temo que escribí sin querer líneas pertenecientes a mi blog personal. Creo que todo el mundo debería leer los poemas de Efraín Miranda, no solamente para entender mejor lo inentendible de indio que tiene dentro, sino también para cumplir con el primer deber del lector, que consiste en otorgarse placer y en lo posible multiplicarlo. Vayan, pues, las palabras del poeta, por el puro placer de reproducirlas:

PRESENTACIÓN DE AQUÍ NO FALTA NADIE EN AREQUIPA

Escribe: José Luis Ramos Salinas

De un tiempo a esta parte estoy presentando libros de gente que no conozco, ni siquiera de vista, y eso es un tanto extraño en un medio como el nuestro en el que a los autores les gusta asegurarse el bombo y la adulación invitando a sus amigos para que comenten sus publicaciones sin correr mayores riesgos.

Pero yo estoy aquí invitado no por Walter Bedregal, sino por Filonilo Catalina, que cuando pierde la lucidez suele identificarse como Luis Rodríguez, felizmente tal desavenencia no le ocurre muy a menudo, y también mi presencia se debe a Gloria Mendoza Borda quien confunde su inteligencia y sensibilidad con un supuesto agudo sentido del humor de parte mía.

El caso de Filonilo merece una acotación más, el recientemente galardonado con el COPE ha criticado duramente otras presentaciones que he hecho en meses pasados por ser excesivamente blandas y benéficas con los autores, por lo que supongo que ésta es una suerte de última oportunidad que se me otorga para hacer caer la guillotina, en esta ocasión sobre el cuello de Walter, o quizá sobre el propio cuello del autor del Monstruo de los Cerros, ya que él es uno de los antologados. No lo sé, en todo caso tendré que preguntarle a Walter si hay entre ellos alguna grave deuda que Filonilo quiere cobrar a través mío.

Pero mi sospecha va más en otro sentido: quien escoge para una antología un título como “Aquí no falta nadie” debe tener cierta vocación por los deportes de riesgo, quien decide poner ese nombre a una antología de poesía puneña tiene sin duda una fuerte inclinación por el suicidio. Y eso hay que felicitar, porque nada más parecido a la poesía que el paredón, tanto para quien se para delante de él con los ojos vendados, como para quienes ansiosos esperan escuchar la orden para apretar el gatillo. En ese sentido quienes se han sentido indignados con esta antología, quienes han disparado contra ella, en público o privado, quienes esperan tenerla entre manos para destrozarla, deben estar profundamente agradecidos a Walter por haberlos devuelto al ring, porque en tiempos como estos en que el mercado lo es todo, sin duda alguna la función del poeta es dar puñetes, y eso lo sabe muy bien Filonilo, quien aunque haya dejado el box no ha perdido la habilidad del golpe certero.


Lo que quiero decir es que aquí los pacifistas no son bienvenidos, los conciliadores pueden tomar su lugar entre los conformistas, es decir los mediocres, la poesía es un espacio para guerreros y este libro tiene aroma a batalla. Pero imagino que ya Filonilo estará diciendo que otra vez lo decepciono porque escucha aplausos de quien espera chiflidos. Debo decirle que se adelanta, sólo he dicho que el libro huele a pólvora, o mejor, a jazmines, violetas, geranios y margaritas, pero no he dicho de qué lado de la contienda estoy. Y antes que estar de parte de alguno de los bandos, me siento más bien como un contraespía. Veamos por qué:

Este libro está formado por dos partes, un extenso prólogo y la antología propiamente dicha. Esto que puede pasar inadvertido es en realidad, así lo creo, sumamente importante. Porque para Walter el asunto de la intertextualidad, hipertextualidad, metatextualidad, etc. es vital, como veremos más adelante, y por tanto no creo que haya sido casual que el libro tenga la estructura que tiene.

En otras palabras, Walter hubiera podido ir antecediendo a cada poeta, o cada conjunto de ellos, si consideraba que tenían un lazo entre sí, sus respectivas notas críticas; de tal manera que los propios aportes de Walter se iban constituyendo en los rizomas que le obsesionan con los propios poemas en sí.

Pero no ha escogido ese camino, acaso porque mezclar la poesía con un discurso de valoración sea precisamente antipoético. La poesía no tiene su razón de ser en la calificación que otros puedan darle, sino que su sentido es ella misma, “Poesía no dice nada, poesía se está callada, escuchando su propia voz”, como sentenció Martín Adán. No tiene justificación, por tanto, que los que no están en esta antología (en la que no falta nadie) se sientan menospreciados. Ningún verdadero poeta escribe para que lo incluyan en una antología, acaso escriban para todo lo contrario, para que jamás sean parte del canon. El enojo, quizá entonces, le debe corresponder a los que están incluidos aquí.

Sospecho que el mismo Walter ha querido excluirse, no solo porque no aparece como poeta, sino porque ha querido que sus notas críticas constituyan un largo prólogo, y todos sabemos que nadie, o casi nadie, lee los prólogos, menos cuando son extensos. No voy a decir que este sea un gesto de desprendimiento que lo enaltece, no temas Filonilo, ya mi amigo Lolo Palza (otro de los antologados) me enseñó hace tiempo que la autoflagelación no es sino un acto de suprema vanidad.


Pero nosotros sí hemos leído el prólogo y como ustedes no lo han hecho aún, es necesario hacer una reseña del mismo, pues en él está explicada la osadía del autor de una antología que resulta original y valiosa por varias razones que explicaremos más adelante.

El prólogo es en realidad un denso y complejo trabajo teórico que valiéndose de un corpus tomado de los clásicos y neoclásicos de la crítica literaria, construye una propuesta metodológica para acometer la tarea de seleccionar poetas y poemas con miras a construir (el verbo arquitectónico no es casual) una antología.

Walter Bedregal desde el principio se niega a seguir el método ya tradicional de estructurar la antología en base a generaciones, sean éstas etáreas, ideológicas o de otro tipo, y apuesta más bien a imaginar una estructura rizomática en la que poetas y poemas se van integrando como un todo, que no vendría hacer otra cosa que la poesía puneña. Esta idea de todo, es, probablemente, la que lo empujó a llamarla “Aquí no falta nadie”, título con el que comulgamos en parte, y con el que también disentimos, no porque creamos precisamente que falta alguien, sino porque encontramos algunas incoherencias entre el método y el resultado.

Nos explicamos mejor, en la antología que estamos comentando hay ciertas obras poéticas fundacionales: Alejandro Peralta y Carlos Oquendo de Amat por ejemplo, que para el método empleado por el antologador constituyen hipotextos, es decir, textos sobre los cuales van a erigirse otros, estos otros son los hipertextos, es decir las obras poéticas también aquí antologadas que se han nutrido de los hipotextos fundacionales. Pero, claro está, que estos hipertextos son al mismo tiempo hipotextos de otros discursos poéticos que en este nivel se constituyen en hipertextos, pero que en el siguiente nivel se constituirán en hipotextos y así, no hasta el infinito, sino hasta el 2008. Pero este crecimiento no se da solo en sentido vertical, sino también horizontal y por qué no, diagonal. Se trata pues, como bien lo dice Walter de fractales, de rizomas, que nos hacen pensar en la biblioteca infinita de Borges, pero también en la de Eco, y además en la de la Web que habita Internet.

No es pues la calidad de los textos el único criterio que Bedregal utiliza para construir su antología, sino la pertenencia a esta particular estructura que él llama poesía puneña, gentilicio que someteremos a crítica en unos instantes.

Así nos parece que no es que aquí no falte nadie, sino que aquí faltan los que su obra no ha logrado constituirse en hipotexto de otros autores que nacieron en Puno, y que tampoco quisieron ser hipertextos de obras que les antecedieron. En otras palabras, aquí no están los peros del olmo, y si recordamos a Octavio Paz, tal título no es en absoluto una afrenta, por el contrario. Entonces otra vez, quizá quienes tengan que linchar a Walter Bedregal no sean los excluidos, sino los antologados.

Pero hay un problema adicional, si aceptamos que efectivamente, para el método usado, aquí no falta nadie, tendríamos que preguntarnos necesariamente si aquí sobra alguno. Por cuestiones de calidad poética es algo que le dejo a los especialistas. Yo más bien intentaré demostrar que Walter no ha podido ser tan fiel como quería a su propio mandato. Como él mismo señala en su prólogo, hay varios poetas cuyas conexiones se pierden con la llamada poesía puneña, ya sea por una originalidad extraordinaria, como es el caso de Vladimir Herrera, o por la temática, como Lolo Palza, por ejemplo. No me atrevo a decirlo del primero, pero como Lolo es mi amigo, puedo sin temor decir que él está sobrando. Lo que, repito, no es necesariamente un demérito, sino acaso, un mérito.




Vayamos entonces al subtítulo: Antología de poesía puneña.




Walter a lo largo de su prólogo y a lo largo del rizoma que constituye, establece una serie de criterios de lo que podría llamarse poesía puneña. Pero, este intento se contradice por completo con su método fractal. Dialéctico el asunto, recurrimos al fractal para formar un árbol hipertextual que dé en llamarse poesía puneña, pero el fractal mismo no admite gentilicios, como muy bien reconoce nuestro autor cuando fija hipotextos de sus antologados en otras latitudes e inclusive en autores que nunca escribieron en español.

Así el método del fractal chocha diametralmente con la obsesión del lugar de nacimiento de los antologados.

En otras palabras, si vamos hablar de fractales, el espacio en cuanto a ubicación física no tiene sentido, los rizomas no se mueven en departamentos geográficos, sino en lo que Castells llama el espacio de flujos, son las conexiones, no las ubicaciones las que importan. Esta misma antología, aunque sin declararlo así, lo reconoce, pues muchos de los antologados hace mucho que ya no viven en Puno, incluso algunos de ellos suelen decir que nacieron allí de casualidad.

Lo que intento decir es que el rizoma de la poesía puneña no tiene por qué estar compuesto por las obras de poetas cuyas partidas de nacimiento señalan a Puno, sino por obras que comparten la esencia de la puneñidad, hayan nacido a las orillas del lago o no. Más claro, por lo menos a nivel teórico, hay poetas no puneños que escriben poesía puneña, y poetas puneños que escriben poesía no puneña. (De hecho varios de los poetas seleccionados han aparecido también en antologías de la poesía arequipeña).

Y aquí entonces la cuestión es definir qué es la puneñidad, y ello pasa necesariamente por reconocer cuál es la identidad puneña; pero aquí estamos en otro problema más grave, los espacios de flujo y los tiempos atemporales que constituyen los vasos comunicantes de las estructuras rizomáticas de eso que llamamos posmodernidad, no creen en la identidad, no creen que haya algo que se pueda llamar puneñidad; pues la puneñidad no sería algo que esté dado, sino algo que se construye.

En ese sentido, el valor de este libro no estaría en que nos muestra precisamente la poesía puneña, sino en que caemos a cuenta de la universalidad de la poesía y de que Puno es un punto móvil en el universo. La poesía puneña no existe, sus poetas la inventan. Walter Bedregal los ha fotografiado en ese trabajo de alquimia.

Los que no salieron en la foto será porque están en otro rizoma, no hay por qué enojarse entonces, solo hay que esperar a otro fotógrafo.

Esta vista pertenece al lente de Walter Paz



El connotado lingüísta Robert de Beaugrande, deja este mundo y con él muchos proyectos de investigación de la Lingüística del Texto. Su libro fundamental escrito junto a Dressler, traducido del frances "Introducción a la Linguística del Texto" a permitido a generaciones de estudiantes, comprender muchos tópicos relacionados con el texto y su organización formal.

lunes, 14 de julio de 2008

Así fue la entrevista

Eulogio si es pata

Antología de poesía puneña

Eulogio Ramos

Cuando lo conocí, sabía desde que cruzamos palabras, que el libro que me traía entre manos tenía que volverlo disconforme, porque si me conformaba con lo que estaba escrito, seguro sería una publicación más que fracasaría, pero no este antología tenía un hálito esperanzador para las letras puneñas, más para la poesía, y por ello el resultado: Un éxito. Me alegro por Walter Bedregal, porque cuando alguien sabe algo de verdad le es muy fácil explicarlo, y Bedregal Paz es un genio compilador de poesía. Sonriendo y bromeando, acaba de poner patas arriba a todo lo que nos habían hablado y enseñado de nuestra poesía – la del altiplano puneño -, en una palabra, alborotó las aguas mansas del lago sagrado de los Incas, que dormía y soñaba esperando alguien que agite sus aguas, junto a un compilador y por supuesto un editor, para una real antología.

Lo demuestra en el libro “Aquí no falta nadie”, Antología de poesía puneña (Grupo Editorial “Hijos de la lluvia” & LagOculto editores - 2008), esperamos auditórium entregados para que luego de sus presentaciones lo cuenten como una maravillosa y estimulante fábula infinita de nuestra buena poesía. Le echamos un vistazo y nos quedamos enganchados: primero porque lo entendimos, aunque somos de letras y luego, porque deja sin significado todas nuestras prisas por escribir, leer y aprender a entender el espíritu que se esconde detrás de un poema.
El hecho de que la presentación de Aquí no falta nadie, Antología de poesía puneña (El libro esperado) se haya producido con una primera entrega de apenas 1,000 ejemplares, se debe a la amistad del escritor tacneño con su editor moqueguano Darwin Bedoya. Los críticos peruanos serán los primeros que podrán echar un vistazo al nuevo libro de Bedregal. La crítica se muestra entusiasmada, aunque con algunas reservas: Un libro apasionante, repleto de poesía y sólo poesía nuestra, la de nuestro altiplano puneño y al mismo tiempo y casi en la misma medida impresionantemente entretenido, según mi opinión aparte.

El Katari (Boletín, Nº 10, junio, 2008) elogía desde ya la obra de Bedregal y lo define como un libro de ilusionismo construido con virtuosismo y extraordinario desde el punto de vista poético, pero critica con sus malabarismos y grandes preguntas sobre poesía, la existencia, muerte y resurrección son los que a la larga dejan a la intemperie una esencia patética para nuestra historia poética de Puno, de autores que esperamos superen su crisis existencial.
Aquí no falta nadie, Antología de poesía puneña, hay que señalar que está excelentemente construida, investigada, estudiada, con un final trágico – para algunos pseudos-poetas y positivo al mismo tiempo –.

Desde 1996, Walter Bedregal – me comentó – se sometió a la disciplina de escribir y a investigar, estudiar y compilar poesía, sólo para vivir en propia carne este género, que ahora Bedregal hace brillar. Desde Acabemos de una vez con la poesía (Primer título de la antología), luego Seductores de la luna escribiendo bajo la lluvia de otros equinoccios; para después Seductores de la luna de otros equinoccios, y luego con Seductores de la luna, que quedaron sepultados en su portapapeles. Ahora acaba de aflorar, con lucidez de juicios, formulados en días densos y tensos, concluyendo en una frase que sonara cruel – para algunos poetas Aquí no falta nadie (Título final del libro), admitiendo públicamente no estar equivocado con los antologados (entre los consagrados y novísimos) y así pueda determinar qué es poesía. Y escribiremos entonces que Bedregal ha hecho más por nuestra literatura puneña que todos los estudiosos juntos, entre los que siempre quedaba en minoría.

Walter responde azabache!!!

Walter L. Bedregal Paz

La aparición de la Antología Aquí no falta nadie, publicada a inicios de abril del 2008 por el Grupo Editorial Hijos de la lluvia y LagOculto Editores, provocó, en la ciudad de Puno, algunos intentos de comentario que debieron iniciar el debate y la conversa literarios, sin embargo fueron solamente acusaciones y diatribas que no pasan del mero dislate de escritor provinciano, del intelectual que no conoce más allá de sus narices. Pura monserga que no hace falta responder directamente y, precisamente porque son “textos” que carecen de agudeza no me detendré a contestar directamente esos desatinos de desaventuranza, habitados de mala fe, tontería, puerilidad y difamación. Para poner algunos puntos sobre las íes, empezaré por cuestiones más elementales (viendo la escasez de comprensión en algunos lectores), para hablar de esta antología.

Una antología, en la mayoría de los casos, suele ser a la poesía lo que un catálogo a la pintura, esta es apenas una ruta, un itinerario que sugiere cierto destino y, evidentemente tiene un objetivo lleno de riesgos que normalmente no nos permiten llegar a lo sustantivo. El concepto griego de antología que etimológicamente significa “ramo de flores”, en aquel entonces helénico, aludía a una colección de epigramas poéticos compuestos, mayormente, en dísticos elegiacos, exóticos, líricos, etc. Hoy por hoy sigue teniendo ese signo de reunir lo más selecto y mostrarlo al lector. En este entender, una antología supone la construcción textual colectiva que asume la significación de reelaboración de un lector o grupo de lectores, quienes emplean textos existentes, en este caso poemas, para elaborar un texto antológico. El punto de partida para la estructuración de una antología es, evidentemente, la lectura. Es, entonces, este lector quien se arroga la facultad de elegir a los poemas que crea por conveniente para que sean insertos en el nuevo volumen donde se encontrarán poetas precedentes y contemporáneos, inclusive, si el lector—autor ve por conveniente, puede incluir en sus autores seleccionados a los más noveles, y ahí precisamente estará su riesgo de incendio en las manos. He ahí el carácter libérrimo del antólogo. La plena libertad de elegir a quienes contempla con textos poéticos de calidad y con la perspectiva de mostrarlos o pretender hacerlos, de alguna manera, universales a través, obviamente, de esa ventana que no es sino sinónimo de una antología poética. Porque nuestra poesía no puede estar en los estantes esperando la polvareda de los años de silencio y olvido, como suele ocurrir muchas veces. En ese sentido, la función de las antologías sigue siendo, desde tiempos inmemoriales, la de servir de muestra, de conocimiento, revivificación y conservación de las letras. La antología Aquí no falta nadie tiene ese sino. El de la perdurabilidad de la poesía puneña, al margen de las ausencias y demasías que se le puedan atribuir, esta selección es una cuestión de estéticas y de intertextualidades que también se pueden explicar por su signo de fractalidad. Asuntos que abordaré en otro momento con mayor extensión y profundidad para quienes se han preguntado hartamente sobre estos argumentos.

Sin embargo, hay quienes quieren participar de una vana co—autoría con sus lamentaciones. Creo que una reseña o un artículo sobre cualquier antología, no debería ser en torno a quiénes están demás, quiénes sobran o, como muchos repiten casi en coro, que la extensión del prólogo es demasiada. Otros se han detenido en la selección de criterios, en los instrumentos, en la cantidad de páginas o, finalmente, en que el libro es muy o poco lujoso. Esto me hace pensar en miopías y cegueras absolutas. Me hace pensar en que no hemos avanzado nada en cuestiones de lectura. Tal vez nuestros intelectuales no hayan ido a Europa a estudiar, sino a ser estudiados. Creo que el verdadero lector que quiera decir algo sobre esta antología, primero deberá leer todo el corpus y culminar en el índice. No deberá quedarse o agotarse en el prólogo. El verdadero lector será aquel que se detenga en la poesía inserta en este texto. El lector auténtico será el que se inmiscuya en la poética de los autores y sustente con argumentos sólidos sus puntos de vista. Aquel lector que se atribuya el papel de “crítico literario” deberá ser aquel que se entrevere en la poesía de los autores aquí reunidos y diga algo digerible, literario, poético o que demuestre señales de agudeza, clarividencia o juicio crítico. Porque el verdadero problema no está, empero, en el título del libro, ni en los nombres de los antologazos, sino en que, el ánimo de algunos sufre mutaciones al puro estilo kafkiano cuando al revisar el libro no han encontrado su nombre, no han hallado el título de sus libros (antilogías) como fuente bibliográfica y menos han podido encontrar el nombre de su mejor amigo o compadre y esto, obviamente les está haciendo golpear las puertas del cielo, que lamentablemente están cerradas. Pero me temo que alguna precisión en el título, que acentuará más el carácter personalísimo de la obra, no cambiará en gran cosa el encono de quienes de por sí se han venido a autoproclamar malos lectores y, no solo eso, sino también, malos “comentaristas”. Al final, es cuestión de ver las maldiciones que suscitó, hace más de una década, cuando preparaba una antología. Entonces ya se preguntaban quién era yo para adoptarme la tarea de presentar ese panorama. Siempre queda la duda de por qué piden la sanción de un lector al que consideran tan nefasto.

Mientras repaso las páginas de esta antología con ciertos rasgos de exploración crítica, con sus incólumes poemas, pienso: hasta ahora hemos “escrito” los estudios de la poesía puneña de distintas maneras; de lo que se trata es de “leerla” mejor. Y es aquí entonces donde surge la gran pregunta: ¿existen lectores en Puno? Si la respuesta fuera positiva, que alguien lance la primera piedra y que muestre la mano. Es decir, que escriba el primer comentario o reseña de verdad y revele algo de inteligencia. No soy el más indicado para rasgar vestiduras en esta poca paz que aún queda en los escritores puneños, pero los nombres se ponen. Porque el anonimato para el insulto es una mediocridad completa. Si se trata de matarnos entre nosotros, como decía cierto poeta, hagámoslo, pero matémonos mirándonos a los ojos, con dignidad.

Vladimiro se deschava

La presentación del libro “Aquí no falta nadie”

Bladimiro Centeno Herrera

(cbladimiro@hotmail.com)

El día jueves diecinueve de junio, en el auditorio del Gobierno Regional de Puno, se presentó la antología poética “Aquí no falta nadie” de Walter Bedregal Paz. Confieso que este tipo de actividades me llena de una satisfacción muy particular en cualquier situación similar. Pero, por la misma razón, toda incidencia interpersonal (que no tiene que ver necesariamente con la confrontación de puntos de vista o debates político- literarios), me conduce a una decepción, porque atenta contra la literatura, la inteligencia estética de los oyentes y genera un prejuicio social innecesario. (No fueron pocos los asistentes que expresaron su desencanto con los hombres de letras puneñas).

“Aquí no falta nadie” es una publicación literaria que de todas maneras concita una gran atención, así estemos de acuerdo o no con el tratamiento del contenido. Reconozco que dicha publicación responde a una audacia editorial que seguramente demandó una gran inversión económica, pretende generar un debate estético dentro de la región de Puno en un momento en que las actividades culturales decayeron y el contenido ofrece un material significativo para la aproximación a la poesía puneña.

Toda presentación de libro exige una evaluación crítica de la publicación, porque se trata de establecer los elementos necesarios para llegar a un acuerdo institucional sobre el aporte cultural o académico de la obra. En estas condiciones, el presentador se limita a establecer el valor estético o académico del contenido e invita a los lectores a realizar una aproximación más comprensiva a la obra, porque no se trata de vender cualquier mamotreto verbal. Y, por otra parte, el autor recibe las observaciones con el fin de confrontar los puntos de vista que se ponen de manifiesto en el proceso de la institucionalización de la obra.

Estas precisiones me obligan ahora a poner de manifiesto mi punto de vista crítico de la obra. Considero que, a diferencia de otras antologías panorámicas que seleccionaros los textos literarios según la trascendencia creativa de los autores, Begregal nos propone una antología crítica en la medida en que asevera que ha seleccionado los textos poéticos según la calidad estética de los mismos. En otros términos, plantea una antología de respuesta a las anteriores, asumiendo el riesgo crítico que implica esta postura y nos obliga a preguntarnos cuáles son los criterios que utiliza para establecer la calidad estética de los textos.

La antología de Bedregal nos ofrece una selección de textos poéticos bastante consistentes, que llamará la atención de los estudiosos de la literatura peruana, pero los criterios para las omisiones o identificaciones no están claramente establecidos. En el prólogo, normalmente deben precisarse los siguientes elementos: el objetivo de la antología, los antecedentes de los cuales se distingue la propuesta, los fundamentos básicos que orientan la selección y el corpus bibliográfico que ha permitido la adecuada identificación de los textos para la antología.

El autor, en el prólogo titulado “Las puertas se han errado”, plantea la idea de la calidad estética según la cual tiene que ver con las rupturas lingüísticas y prioriza innecesariamente el parafraseo de las diversas teorías literarias, que ni siquiera han adquirido la consistencia metodológicos y no inciden directamente en la valoración estética de los textos poéticos. El conocimiento sistemático de los marcos teóricos sirve para afianzar los criterios metodológicos, pero no influyen en la determinación de la calidad estética de los textos literarios.

Debemos comprender que el conocimiento de la literatura latinoamericana, como en otras áreas del conocimiento académico (con algunas excepciones), lamentablemente responde a un proceso cognitivo inverso. Mientras en otras partes del mundo el conocimiento de la literatura comienza con la lectura de los textos literarios, prosigue con la crítica valorativa y culmina con una explanación teórica; en nuestro medio nos dejamos impresionar con un marco teórico, reunimos las valoraciones críticas y alteramos el impacto estético de los textos (o nos limitamos a una lectura espontánea). Esto no implica que debemos dejar de lado la lectura actualizada de los marcos teóricos; todo lo contrario: debemos asimilarlos sin subordinarnos a sus posturas ideológicas.

Desde luego, la antología crítica de Bedregal responde a un criterio teórico que postula el signo desligado del referente (inmanencia) y se propone a identificar los textos en base a las trasmutaciones lingüísticas (retórica). Pero, en el proceso, no se comprenderían algunas inclusiones si no se admiten que también utilizó otros criterios como las decodificaciones culturales (valores, creencias, ideologías) con palabras coloquiales, los reconocimientos crítico-institucionales (premios) que no los precisa.

Bedregal debe atender a estas observaciones no para aceptarlas o rechazarlas, sino para llegar a un acuerdo positivo y constructivo del valor institucional de la antología. Debe comprender que esta publicación constituye un espacio dialógico que permitirá llegar a una convención que fije el rumbo de la institucionalidad literaria de Puno.

Es bastante satisfactorio que su publicación obligue al lector a asumir una postura, que exija una respuesta, que ponga en cuestión las incontables publicaciones poéticas; pero, del mismo modo, debe estar en la capacidad de recibir los argumentos alternos, la confrontación de puntos de vista, la crítica del libro. Los adjetivos no construyen, los monólogo generan más dogmatismos y el egocentrismo nos conduce a la ceguera.

Por otra parte, lamento que en Puno todavía no tengamos una noción clara de qué es una presentación de libros; no distingamos aún cuándo una situación comunicativa exige un diálogo espontáneo o protocolar; y que continuemos utilizando dichos espacios para manifestar nuestras propias frustraciones personales, narcisismos excéntricos sin propósitos crítico-valorativos, faltando respeto a los asistentes, cuando el objetivo de esos actos comunicativos es el diálogo, el debate y la evaluación crítica de los textos mediante argumentos racionales (no insultos).

En Puno, la creación literaria es bastante dinámica, especialmente en el género poesía. Exhibe múltiples matices que obligan a desarrollar trabajos monográficos que describan las variaciones estéticas de una a otra expresión. La cultura puneña, a pesar del maltrato de las instituciones públicas, posee un impulso creativo que supera largamente a otras regiones vecinas; pero el egocentrismo, como producto de nuestro propio complejo de inferioridad, nos empuja a una acción cultural individualista, desarticulada, prosaica y mediocre.

lunes, 7 de julio de 2008

A todos los que me quieren y a los maestros-escritores que me odian gratuitamente por querer escribir como ellos


¡Al maestro con cariño!

Feliciano Padilla

Hablar de la historia de la educación, sin focalizar los aspectos más trascendentes de ésta, puede llevarnos a divagar o a soslayar lo que es importante en de dicho proceso. Por tal razón, hay necesidad de ponerla de pie para que todos estemos en condiciones de interpretarla con propiedad. La educación formal, alejada de esa otra que se genera desde el seno de la familia, la calle y los distintos escenarios de la sociedad, ha sido promovida, casi siempre, por el Estado que le confiere su carácter e intereses propios y; en algunos casos excepcionales, por las mismas comunidades campesinas, interesadas en reivindicar este derecho, negado para ellas, desde la colonia y a lo largo de la república.

Merece, por eso, referirnos primero a esa educación formal atesorada en la conciencia de las comunidades indígenas como una reparación histórica. José Luis Velásquez Garambel (2007) publicó una investigación con el título de “Movimientos Sociales y la Escuela en el Altiplano” (1860-1936). Este trabajo nos muestra, de manera documentada, la relación umbilical que se estableció entre las rebeliones acaecidas en el Altiplano peruano desde 1860 hasta 1936 con las justas reivindicaciones en materia educativa. No cabe duda que las insurrecciones se produjeron contra la explotación gamonal, por la recuperación de tierras, contra la tributación irracional y las distintas formas de explotación de la fuerza de trabajo del campesino. Sin embargo, en todas ellas, desde el levantamiento armado de Juan Bustamante, pasando por la revolución de Wancho Lima (1923), hasta los episodios de 1936, la educación ocupó el segundo punto de la agenda política de la masa indígena. La revolución de Wancho Lima tuvo indudablemente un contenido político y económico; pero, de las actas y los manifiestos se deduce que la educación de los aymaras fue uno de los pedidos más sentidos. En un artículo que escribí hace poco se da cuenta de que, desde inicios del siglo XX funcionaba una escuela clandestina en casa de Mariano Luque o Antonio F. Luque, a donde asistían tanto niños como personas mayores. En 1923, el presidente Carlos Condorena exclamaba ante los abusos de los hacendados: “Si los mistis incendian 05 escuelas, nosotros levantaremos 10, y si queman 10 escuelas, levantaremos 20”.

Sin embargo, el momento más importante de la historia de la educación promovida desde las comunidades indígenas tiene que referirse necesariamente a la Escuela de Utawilaya fundada por ese valiente aymara llamado Manuel Alqa Cruz y, más tarde, Manuel Z. Camacho, quien en 1904 fundó la primera escuela para indígenas utilizando los ambientes de su propia casa. Las principales “áreas de trabajo” fueron la higiene para prevenir las enfermedades, la lecto-escritura y la formación moral. Luis Gallegos (1993), en su libro “Manuel Z. Camacho: biografía de un aymara” sostiene que la escuela fue fundada en 1902. Cualquiera fuera el año, la importancia de la Escuela de Utawilaya radica en que fue un gran intento de redención indígena que causó la ira de los hacendados, jueces y curas, quienes, de concierto, complotaron contra la educación de los aymaras, denunciando rebeldías inexistentes y transgresiones a la ley que nunca se consumaron, pero, que fueron pretextos puntuales para que el obispo de entonces, monseñor Valentín Ampuero, castigara a zurriagazos al heroico educador aymara. No satisfecho con esta humillación, a pedido del mismo monseñor, Manuel Z. Camacho fue torturado, encarcelado y enjuiciado por el delito de haber fundado una escuela para indígenas. No obstante estas difuicltades, la Escuela de Utawilaya se sostuvo aproximadamente una década gracias a la valentía y la terquedad de su fundador y al apoyo que recibió del pueblo y del pastor evangélico Fernando Stahl. Con justa razón, Manuel Z. Camacho ha sido considerado precursor de la educación rural en el Perú.

Por su parte, la educación promovida por el Estado ha seguido un camino zigzagueante y dramático. Pueden constituirse en verdaderos hitos la labor de San Martín, que el 6 de julio de 1922 fundó la Escuela Normal del Perú (fecha vinculada al día del maestro) y la Escuela de Primeras Letras para el pueblo. Subrayamos, igualmente, por su gran importancia, la actitud formadora del general Bolívar, quien estableció la enseñanza obligatoria, ¡ah!, y la enseñanza gratuita en el nivel elemental. Fundó Bolívar varios Colegios entre ellos el de Ciencias y Artes de Puno y Cusco. Otro mandatario digno de ser mencionado fue Ramón Castilla, quien extendió notablemente la cobertura de la enseñanza primaria, fundó la Escuela Normal Central de Lima y decretó el Primer Reglamento de Instrucción Pública en 1850. Naturalmente, los alcances de la educación, por las restricciones del presupuesto quedaron en el papel y no cubrieron nunca las necesidades de las poblaciones pobres de las ciudades, ni de las zonas rurales. También, hay que reconocer, en esta ocasión, la labor del cumplida por José Pardo y Barreda en su primer período (1904-1908), quien “confirió un gran presupuesto para la educación nacional, que alcanzó el 15% del presupuesto general de la república (50% más que Toledo y García); estableció el ingreso de las mujeres a las universidades, creo los Colegios Nocturnos para obreros, estableció la educación gratuita y obligatoria para varones de 6 a 16 años y, de 6 a 12 años, para mujeres. José Pardo entregó gratuitamente 160,000 ejemplares de textos y 3,000 mapas para uso de los escolares; reorganizó la Escuela Normal de Mujeres de Lima y creo la Escuela Normal de Varones; concedió becas de post grado a muchísimos profesores que viajaron a Inglaterra, Estados Unidos y Suiza; contrató profesores belgas para la Escuela Normal y docentes alemanes y suizos para el Colegio Guadalupe” (Zárate, Adolfo, 2008). Se reconoció el carácter profesional del profesor y se les asignó un sueldo equivalente a diez veces de lo que ganaba el profesor en 1970. En 1972 el profesor ganaba un promedio que superaba los 1,200 dólares; hoy gana el equivalente a 300 dólares promedio. Por evidencias innegables, podemos asegurar que la educación tuvo en el gobierno de José Pardo un protagonismo que nunca alcanzó antes ni después de este presidente-educador.

Hoy la educación vive una de sus crisis más profundas. El problema tiene larga data y viene desde la contrarreforma (después del gobierno de Velasco Alvarado) y comprende falta de infraestructura, laboratorios y bibliotecas; falencias en la formación de los profesores, deficiencias en el logro de comprensión lectora y solución de problemas de lógica y matemática en nuestros alumnos, remuneraciones irrisorias, etcétera; pero, nuestros gobernantes actuales lo han profundizado y extendido porque tras sus políticas educativas esconden sus intereses neoliberales y una barata filosofía pragmática-utilitaria. Por eso son responsables de cuanto sucede en la educación peruana. Se observa con pena cómo la retórica se impone sobre la realidad y; cómo la mentira, sobre la verdad. Es cierto que ya se cuenta con un Proyecto Educativo Nacional elaborado por el Consejo Nacional de Educación, sobre la base de los aportes del Foro Nacional Educativo, el Acuerdo Nacional y otras mesas de trabajo, que establece la orientación, los objetivos estratégicos, las políticas de estado y las acciones establecidas para dar solución a cada nudo crítico; sin embargo, hasta ahora no se materializa ni al 10% por falta de presupuesto y decisión gubernamental. Más parece que el Proyecto Educativo Nacional (que debe ser debidamente estudiado por nosotros) sirve para encubrir errores e insolvencias. Por esta razón, el Ministro de Educación trata de ocultar este rotundo fracaso con una lucha fratricida en contra de los profesores, a quienes se acusa de ineptitud y graves falencias académicas y pedagógicas. Y cómo si esto fuera poco, se les responsabiliza, sin ningún rubor en la cara, del fracaso de la educación. Con esta estrategia nefasta se pretende desmovilizarlos políticamente, por medio de dos maniobras: desprestigiarlos y derrotarlos ahí donde duele más, su autoestima y, ponerlos en contra del pueblo que, con seguridad, quiere mejor calidad educativa y mejores profesores. Esto es lo que se esconde detrás de las bravatas del Ministro, a la que algunos dirigentes le dan más leña al fuego al oponerse por oponerse a la capacitación sin dar ninguna otra alternativa, dice que para evitar la evaluación.

Quizá no podamos evitar la evaluación porque está prevista en el Art. 15 de la Constitución, Art. 57 de la Ley General de Educación, estaba en el Art. 164 del reglamento de la Ley del Profesorado y lo está en los artículos referidos al ingreso, permanencia y ascenso de la actual Ley 29062 de la Carrera Pública Magisterial. Al oponernos a la capacitación, desarmamos a nuestros maestros por una parte y, por otra, proyectamos una imagen negativa hacia la sociedad. La única manera de darle vuelta a la tuerca es estudiar, actualizarnos y capacitarnos. Así le taparemos la boca al gobierno, proyectaremos una imagen positiva a la sociedad, a nuestros hijos y a nuestros estudiantes. Y recordar, siempre, que nuestras únicas armas son la unidad, el estudio y la lucha consecuente.

En este día tan importante rindo homenaje a los todos los maestros de Puno en la memoria de Manuel Z. Camacho, José Antonio Encinas, Telésforo Catacora, María Asunción Galindo, José Portugal Catacora. Saludo a todos mis alumnos que son maestros como yo y que trabajan en las cordilleras venciendo la altura y el frío; a las y los que están en la selva puneña luchando contra la feracidad de la jungla y la incomprensión; a las y los que están en las ciudades cumpliendo con su gran labor formadora pese a los psicosociales utilizados por el gobierno para desacreditarlos.
Saludo a mis ex colegas y ex alumnos del Instituto Superior Pedagógico de Puno; abrazo con emoción a todos mis compañeros de la Universidad Nacional del Altiplano. Saludo a los maestros Juan Carlos C., Rómulo B., Simón R., Wálter P.Q., Dorian E., Luis P., Adrián Miguel C., Lucila A., Adolfo Z., Ronald R., José Luis V., quienes me han dado suficientes motivos para sentirme orgulloso de haber sido su profesor; a todos los que me recuerdan o me han olvidado; a todos los que me quieren y a los maestros-escritores que me odian gratuitamente por querer escribir como ellos. ¡Salud!

sábado, 5 de julio de 2008

¿ESTAMOS PERFILANDO UNA CARACTERÍSTICA PROPIA DEL INTELECTUAL PUNEÑO?

Lamento decirles, que luego de profunda reflexión, llegué a la conclusión de que los textos de Chano Padilla y mi amigo Walter Paz sobre la Antología de Walter Bedregal forman parte de una reflexión de mayor extensión y alcance sobre el cual puede cimentarse una Historia intelectual puneña.
Lo planteado por los dos escritores permite esbozar una somera introducción sobre el desarrollo intelectual en nuestro departamento, fundada en una pregunta: ¿Ser un intelectual (en cualquier época) en Puno es: ser y hacer qué? Tomando como referente a Pierre Bourdieu ser intelectual conllevaría establecer y desarrollar una relación, en el sentido de interaccionismo simbólico, tanto con sus pares como con los representantes y detentadores del poder en la sociedad a la que se pertenece.
Como han esbozado en los referidos artículos, dicha relación ha existido en nuestra historia (y aún existe), enmarcada en contextos varios pero de consecuencias similares, todo ello enmarcado en la lucha, tanto en el nivel individual como en el gremial, por la sobrevivencia intelectual.
No hay duda que dicha lucha por sobrevivir promueve escenarios y encuentros en los que destacan las ideas, pero también el sentido de esas ideas. Así, ser intelectual, digamos, en el mundo prehispánico, es (fue) vivir la religión como condición de Estado y como cotidianeidad también, pero ¿es posible imaginar a un sabio indígena, en tanto ser reflexivo honesto y comprometido con su capacidad de análisis crítico, absolutamente carente de dudas y reproches sobre su sociedad? ¿Es posible imaginarlo viviendo en un nirvana indígena acrítico y de cómplice silencio?
Si es posible imaginarlo así, resulta de una modernidad apabullante (al menos para algunos tipos intelectuales de hoy día como los dos compañeros mencionados y desde luego los valiosísimos aportes de Velásquez Garambel); por el contrario, si no es posible vislumbrarlo así (vr. gr. los errores de Bedregal), creo que hemos idealizado más que estudiar nuestra historia social intelectual; contra sensu, imaginar a una sociedad vigorosa (como la fueron en su momento la andina), carente de hombres y mujeres pensantes, críticos y comprometidos con un modelo social favorable a sus intereses y no sólo a los del Estado, es darle la razón a todos aquellos que enarbolando una supuesta visión de superioridad analítica han pretendido imponernos una interpretación histórica deslavada y antiséptica de nosotros mismos.
Y no es así; por lo que sostengo que nuestra historia intelectual, aún por establecer en extenso, es (será) sin duda, una invaluable herramienta de sano conocimiento y reconocimiento propios de un sostenido, por momentos, actuante y, acaso, influyente desarrollo intelectual puneño, fincado todo ello en una interpretación desapasionada e imparcial de la labor que cada uno de los tipos intelectuales, con sus mezquindades y grandezas, han efectuado en su momento en la lucha por el liderazgo intelectual de su época.

Gabriel Apaza

miércoles, 2 de julio de 2008

Ésta es muy buena !! jajaja !!


Lupi jake a Ayala dijo...

Jamaña jampatita, asno jake, nayaja indiotwa sansin collque lantutasta aka hampato markan. Ukatsti yatiri jam purinta luntatasiri. Libromanpi jamaña kitusta.

martes, 1 de julio de 2008

Escritores a la asamblea


El intelectual profesional debe entender esto, que es básico
para su vida: para qué escribe y para quién escribe. Es lo
que debe preguntarse y responderse.
JOSÉ LUIS VELÁSQUEZ GARAMBEL, Escritura sin trampa,
en conversaciones con Walter Paz,
Muchnik Editores, Barcelona, 2008, en imprenta.

El padre de Blancanieves es puneño


Observen el vuelo de la abeja. Va de flor en flor, hace
sus libaciones. Ustedes se enteran de que va a transportar
en sus patas el polen de una flor al pistilo de otra flor. Eso
leen en el vuelo de la abeja. En un vuelo de pájaros que
vuelan bajo –se le llama un vuelo, pero en realidad es un
grupo a cierta altura– leen que se acerca una tempestad.
Pero ellos ¿leen acaso? ¿Lee la abeja que ella sirve para la
reproducción de las plantas fanerógamas? ¿Lee el pájaro el
augurio de la fortuna, como se decía antes, o sea, de la
tempestad? Ése es el asunto. Después de todo, no se puede
afirmar que la golondrina no lea la tempestad, pero
tampoco es seguro.
Walter Paz

¿No les recuerda a alguien este afamado?


Dossier Bryce Echenique: todo sobre los plagios del autor de Un mundo para Julius
Aquí un recuento de las notas publicadas por Perú.21 sobre los plagios realizados por Alfredo Bryce Echenique.

En julio del 2006, el ensayista Herbert Morote acusó a Bryce de plagio. Como Morote era un autor poco conocido, algunos no tomaron en serio su denuncia. Bryce, incluso, lo ninguneó. Sin embargo, el 20 de marzo del 2007, el tema tomó ribetes de escándalo: el embajador Oswaldo de Rivero lo acusó de haber reproducido un texto suyo. Ante las evidencias, el novelista no tuvo otra opción que reconocer la copia, pero responsabilizó de esto a su secretaria.

Dos días después, el 22 de marzo, este diario hizo públicos tres plagios más. A su vez, algunos blogs hallaron otros dos. En los meses de mayo y junio, se dieron a conocer tres nuevas copias: dos fueron descubiertas por Perú.21 (15 y 30 de mayo de 2007, las víctimas fueron tres académicos españoles) y, la otra, que era vox pópuli, correspondía a un plagio hecho por Bryce, en 1993, a su amigo Guillermo Niño de Guzmán. Es decir, la excusa de un descuido o de un mal manejo reciente de archivos cayó por sí sola pues, de estas 11 reproducciones, una correspondía a 1993 y otra a 1996.
Ahora, Perú.21 ha descubierto que el narrador plagió dos veces, en 2007, a De Rivero.

Reincidente 28/02/08

-Indecopi investiga por plagio a Alfredo Bryce (30/10/07)
-Apelan resolución que exculpa a Bryce (30/10/07)
-Morote: "Indecopi le cree a un plagiador consumado" (20/10/07)
-Morote exige se emita fallo sobre Bryce (18/10/07)
-Plaza de Armas: Tantas veces Bryce I y II (18/10/07)
-Alfredo Bryce sigue negando sus plagios (03/09/07)
-¡Tantas veces...Bryce! (18/07/07)
-Alfredo Bryce se disculpa por uno de sus plagios (22/06/07)
-Bryce plagió a su amigo Willy Niño (14/06/07)
-Bryce dice que acusaciones de plagio son un "complot" (02/05/07)
-Bryce envía carta a medios negando plagio (17/04/07)
-Bryce no reconoce plagio (15/04/07)
-Diarios españoles evalúan demandar a Alfredo Bryce (27/03/07)
-Los plagios exagerados de Alfredo Bryce Echenique (22/03/07)
-Herbert Morote: "Bryce me calumnió de una manera vil, ruin" (08/11/06)
-Alfredo Bryce rechaza acusación de plagio (22/07/06)
-Bryce es acusado de plagio (18/07/06)

Esta sí es firme y va dedicado para Gabriel Apaza ¡Con cariño!


El tiempo y la poesía en un libro que la lluvia no borrará

José Luis Ayala

La vanguardia será siempre la infinita búsqueda de nuevas formas de concebir y escribir poesía. Nada detendrá sus ansias de abrir nuevos caminos para que también otras generaciones la renueven y encuentren otras formas de realizarse. Así, la poesía será siempre fresca, nueva, distinta y a la vez la misma, dialécticamente hablando.

Poco interesan los críticos trasnochados cuando dicen que la vanguardia ha muerto. No entienden que el deber de los auténticos poetas, entre otras tareas, es de crear siempre un nuevo lenguaje. Escribir con metáforas luminosas, darle vida al poema a base de un adecuado ritmo, pero sobre todo encontrar otras formas de escribir.

Y esa es precisamente la virtud de un poeta vanguardista como Rudy Frisancho, quien se ha propuesto tomar en cuenta las conquistas de la tradición de la poesía vanguardista, pero además imprimirle su propia visión, pasión humana y hálito poético. Nada más placentero entonces, para quien durante más cuarenta y cinco años se ha dedicado a escribir y ha producido cuarenta libros, todos de corte vanguardista y con distintos campos semánticos.

Por eso, la lectura de este libro me ha traído a la memoria, las apasionantes, desesperadas y afiebradas noches que viví en París, durante los meses de abril a junio 1999. Quería leer a Stéphane Mallarmé y no había un solo libro en venta, naturalmente en idioma español, en las librerías de la rue de Sena. Por fin en la Biblioteca Nacional, encontré buenas traducciones de algunos de sus poemas.

De modo que la única salida era aprender bien el francés para entender a cabalidad el libro: Un coup de dés jamais n’abolira le hassard. Una jugada de dados nunca abolirá el azar, en español. Y así fue, hasta que más o menos chajchaba el idioma de Rimbaud y poco a poco entré a ese mundo del que jamás volví a salir, el universo de la vanguardia literaria. Sobre todo de la vanguardia literaria con moral pública como poeta, observando siempre un comportamiento vanguardista con vocación e identidad política como escritor.

Años más tarde, me encontré en París con mi amigo el celebrado poeta Rodolfo Hinostroza y me aseguró haber encontrado una editorial para la publicación del libro del padre y maestro Mallarmé. Efectivamente, así lo hizo y fue la primera edición en español del texto completo, toda vez que se había publicado parte de él, en revistas y libros, pero no con el formato que le diera su autor francés.

Viene ahora a mi memoria hechos que casi había olvidado. Las discusiones, desafíos y lecturas de los manifiestos literarios y políticos de vanguardia después de la Primera Guerra Mundial. Las declaraciones de pintores y poetas de la entre guerra. Sobre todo las lecciones de literatura vanguardista en la Ecole Practique des Hautes Studes de París, cuando era una delicia escuchar a docentes que afirmaban: “no hay poeta, escritor o intelectual vanguardista que no pertenezca a la vanguardia política de su época”.

Es por esa razón que no han faltado académicos ignorantes, intelectuales con pisi-cultura, que sostienen: no habiendo una revolución social y política, tampoco hay vanguardia literaria y es o no es verdad. La vanguardia nació en Europa como respuesta al orden literario caduco y evidente falta de renovación. Sucede que cada vanguardia en América Latina, se circunscribe en un tiempo histórico aparte, independientemente de los hechos bélicos. Ahora se puede leer en el Perú a Mallarmé, debido a la impecable traducción del francés al español, así como al trabajo maravilloso de Ricardo Silva Santisteban, quien gracias a la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha publicado las obras completas del poeta soldado. De no haber sido Mallarmé tal vez nunca hubiera aprendido bien el francés que tanto me ha servido, hasta para trabajar de lava platos en el famoso restaurante Mediterráneo donde conocí a Salvador Dalí. En ese entonces, quienes hablaban de Mallarmé, solo habían leído traducciones mediocres y hasta falsarias. Pero antes de Marllarmé, mi maestro fue Carlos Oquendo de Amat, de quien debía escribir su biografía y hacer la crítica literaria correspondiente y así fue.

De modo que debido al conocimiento acumulado y continuo aprendizaje, es posible afirmar que el libro de Rudy Frisancho, está creado dentro de los cánones que exige la vanguardia posmoderna, la indagación y permanente necesidad de destruir el lenguaje. Pero al mismo tiempo, de reconstruirlo palabra a palabra, paso a paso hasta constituir una visión del mundo y otra forma de escribir, siempre renovada.

Ese es el valor y acierto de este joven poeta vanguardista Rudy Frisancho, llamado a convertirse después en un gran hechicero de la palabra. Se ha propuesto y en buena hora, hacer del tiempo un poema plural y de la poesía, un tiempo lleno de movimiento semántico. El lector avanza con el segundero de la semántica, se abre camino con el minutero de la palabra, exploradora y sigue confiado en su infinito viaje hacia otra forma de crear una poesía de traslación continua.

De modo que la lectura se enriquece en la medida que se avanza y operan las manecillas del reloj de la poesía. Y en verdad resulta alucinante, inesperado, mágico, cálido y novedoso. No solo por el conocimiento y dominio de la nueva vanguardia, sino debido al talento innato de Frisancho. Ahora, no debe hacer caso a quienes no conocen la vanguardia y tampoco hayan leído a los poetas vanguardistas de siempre.

Así, bien podríamos decir, que Mario Vargas Llosa está equivocado cuando afirma que Julio Cortázar ha envejecido en poco tiempo y Rayuela ya no es la novedad de la novela. Al contrario, como quiera que para el escritor ideólogo del sistema de la exclusión, solo vale lo que él y sus acólitos escriben, Cortázar no solo es admirado sino muchos escritores hemos aprendido debido a él, a amar sin límites a la literatura de vanguardia,

Y es mejor decirle públicamente a Rudy Frisancho que no haga caso al Chavetero de la literatura regional, al Pedro Navaja de la poesía, al Chairero de la frustración y la amargura. Menos aun al Cogotero de rostro siniestro de la literatura andina, al Aeda que odia a la lluvia porque quiso lavar su ropa, al Premio novel de la asquerosidad, al antólogo de la miasma, a la inmundicia en persona (creación de Vargas Llosa). Tiene que escuchar a solo quienes hayan escrito mejor y tengan ética y moral pública indiscutibles. No debe prestar oídos a los desconocidos, a los celebérrimos ebrios dominicales, a los escritorzuelos que tratan de ocupar un espacio, manchando nombres con alcohólicos eructos de borracheras pueblerinas intranscendentes.

Pero es mejor dejar en libertad al propio lector para que se deleite, se vacile solo y descubra paso a paso este libro maravilloso, limpio como la mirada de un niño. Dejemos que el lector haga su propio viaje, llegue a un mundo en el que sea posible afirmar: el poeta es y será siempre un subversivo de la semántica. Nada lo contenta porque ha nacido para transformar la realidad en imágenes, en metáforas y una distinta forma de escribir.

Me alegra sinceramente que Rudy Frisancho haya empezado a escribir como un auténtico militante de la vanguardia literaria peruana. Lo abrazo cariñosamente y le deseo lo mejor, porque yo no tengo envidia, no me incomodan los nuevos poetas y narradores. Debe ser porque mi trabajo literario es plural y se desarrollara en varios géneros literarios, lejos de la aldea llena de odios y rencores.

Lo saludo y celebro su presencia en el Parnaso donde pocos son lo elegidos y muchos lo que de todos modos quieren entrar. Yo no tengo el sentimiento del bien limitado, no me incomoda la presencia de nuevos intelectuales ni escritores. Al contrario, sé que cada uno trae su propia voz y sus libros se defienden solo. Y me alegra mucho más porque con él se renueva la esperanza de morir, una tarde de un lunes sin lluvia, sabiendo que la vanguardia continuará viva.

Lima, aka millasiña markana,
sinti llakisiñakaw purintu.